miércoles, 19 de febrero de 2014

Celebración, cena, libros y fiesta: llega la entrega de los Premios Cálamo 2013.

No queremos cambiar el calendario gregoriano, aunque ganas y motivos tenemos: el próximo viernes 21 es el día de los Premios Cálamo.

Isaac Rosa (Premio Cálamo Libro del Año 2013 por La habitación oscuraEditorial Seix Barral), Marta Sanz (Premio Cálamo Otra Mirada 2013 por Daniela Astor y la caja negra, Editorial Anagrama) y El Roto (Premio Cálamo Extraordinario 2013 por Oh, la l’art, Libros del Zorro Rojo ) visitan Zaragoza para recogerlos.


A las 19 horas en el Teatro Principal de Zaragoza los autores premiados hablarán sobre su obra en diálogo con José Luis Cano, Sergio del Molino y Concha Montserrat. La entrada es libre y gratuita hasta completar aforo. Un evento que no deberías de perderte: esperamos -y agradeceremos- tu presencia.

La cena de entrega de los Premios Cálamo se celebrará también en el Teatro Principal de Zaragoza. Una fiesta divertida y desenfadada pero llena de “sustancia” para la que aún quedan plazas. Si quieres asistir reserva tus entradas llamándonos al 976 557 318 o pasando por la librería.


Marta Sanz, Isaac Rosa y El Roto. Ganadores de los Premios Cálamo 2013
Los Premios Cálamo son organizados por Librería Cálamo con el apoyo y patrocinio de las siguientes instituciones públicas y privadas: Ayuntamiento de Zaragoza, Teatro Principal de Zaragoza, Universidad de Zaragoza, Institut Français de España en Zaragoza, Sansueña Industrias Gráficas, Bodegas y Viñedos Care, Vinatería el Rincón del Arpa, Teatro Arbolé, Teatro de la Estación, Balneario Sicilia, Spectrum Sotos e Isidro Ferrer.

La XIII edición de los Premios Cálamo ha contado con la colaboración de las librerías hermanas Llibrería Altaïr (Barcelona), Librería Cámara (Bilbao), Librería Luces (Málaga) y Librería El Puente (Arrecife-Lanzarote).

Os esperamos a todos.

sábado, 15 de febrero de 2014

Entrevista a Jorge Sanz Barajas. « Cada vez que te enfrentas con setenta personas que han leído un libro, descubres que hay setenta libros distintos.»

Este lunes a las 20 horas nos visita en Cálamo un escritor que querrás conocer: Jorge Sanz Barajas. Es autor de dos novelas, ha escrito para publicaciones como El País, Revista de Occidente, Fundación Max Aub, y coordina un taller de lectura de novelas en el Centro Pignatelli en Zaragoza.
Sobre todas estas actividades, y sobre su última novela, Las hadas muertas (Sibirana Ediciones), conversa en esta breve entrevista para anticipar el encuentro:

Jorge Sanz Barajas. Fotografía de J,C.

Las hadas muertas: ¿cuento de hadas o novela detectivesca?

Es un cuento de hadas con más cadáveres de la cuenta… En realidad es la peripecia de Merencio, un detective que no quiere serlo, pero  a quien le suelen caer casos raros. En esta ocasión, una serie de muertes rituales en el Barrio de Las Fuentes, que evocan cuentos de hadas, le llevan a tener que indagar. La policía no tiene ni idea de cómo abordar la investigación, pero Merencio es un tipo intuitivo que cree que todo ha sido escrito ya alguna vez y basta con encontrar las citas adecuadas. No le gusta el mundo criminal pero le genera un morbo increíble el pulso que entabla con él o la criminal. 

Merencio, un detective «raro en cuya cabeza bullen libros y frases, una mente cuya lógica es tan extraña como fascinante»: ¿Tiene antepasados literarios? ¿Poirot, Dupin, Sherlock, o algún otro?

En realidad se parece más a Chesterton y al padre Brown que a cualquier otro. Tiene como libro de cabecera la Ortodoxia del escritor inglés. Pero es y piensa como un habitante del Barrio de Las Fuentes. Está divorciado, es un perdedor nato, se malgana la vida traduciendo libros del inglés, no paga el alquiler, visita a diario a su padre, enfermo de alzheimer pero con una extraña lucidez, y saca a mear a su perro Eugenio, todo un personaje también… Merencio es noble, hospitalario y legal, pero está harto del mundo y es un escéptico. Ahora bien, está enfermo de literatura, –como Vila-Matas, el mal de Montano– y cada cosa que ve o hace le trae una cita o un episodio narrativo. Tiene un gusto literario exquisito. Su padre es un linotipista jubilado de esos que se leía hasta la etiqueta de las galletas maría, y le enseñó a leer antes de destetarlo.

Merencio ya aparece en La balada del ahorcado, una novela en venta en Bubok y gratis en formato pdf. ¿Cómo ha sido tu experiencia en este tipo de plataformas de autoedición?

Tuvimos una experiencia agridulce. Esa novela fue finalista en el Primer Premio Insula del Ebro, pero el ganador había presentado –y ganado- una semana antes el Javier Tomeo con esa novela y no renunció a éste. La novel quedó en la peor de las situaciones posibles: finalista con premio desierto y sin editor. Ramón Acín me dijo algo que aún no le he agradecido lo suficiente: me dijo “tu novela se sostiene”. Yo, que no soy tonto del todo, capté que aún me quedaba mucho por hacer. Hoy prefiero que nadie la lea hasta que no la revise a fondo porque hay errores que no cometería de nuevo. Así que, por favor, no la lean. Respecto a la experiencia de autoedición, exige mucho esfuerzo de autopromoción y yo no soy un apasionado del autobombo, así que fue bien sin más: salimos del paso. Soy muy crítico con lo que hago y tiro la mitad de lo que escribo o más. Leo mucho y cuanto más leo más me convenzo de que me queda muchísimo por aprender. Veo gente a la que admiro haciendo cosas espléndidas. Me decía Pepito, de Antígona, el otro dia, que es el mal de los que leemos más que escribimos.




Coordinas un taller de lectura de novelas en el Centro Pignatelli. ¿Cómo es la tarea de coordinar una lectura -experiencia solitaria por definición- de manera colectiva?

Es una experiencia espléndida. Cada vez que te enfrentas con setenta personas que han leído un libro, descubres que hay setenta libros distintos. Es maravilloso ver cómo lee la gente, qué descubre, qué ganas tiene de compartir y desde cuánta cultura se encaja un libro, seas juez, médico o amo de casa, tengas veinte o setenta años. En un principio nos reunimos para compartir lecturas, luego podemos saltar a desentrañar técnicas, la voz, el ángulo, el tono, efectos, etcétera. Hay gente que comenta películas o libros que le ha sugerido la lectura… Lo mejor viene cuando alguien que las pasó canutas para pasar las primeras páginas de En la orilla, de Chirbes, confiesa que después de la hora del taller ya no lo pudo dejar.

¿Novelas favoritas del 2013? ¿Las que resultaron más interesantes en el taller?

Han gustado especialmente Venían a buscarlo a él, de Berta Vias Mahou, y Daniela Astor y la caja negra, de Marta Sanz, que vino a comentarla el 9 de enero al taller y causó sensación con su inteligencia viva y chispeante.


Continuamos la conversación este lunes a las 20 horas en Cálamo. Se servirá un vino por cortesía de Care Bodegas y Viñedos

domingo, 9 de febrero de 2014

«Las tecnologías “librescas” tendrán que crecer un poquito más para convertirse en una oposición seria que le haga un feo de verdad a Gutenberg». Entrevista a Víctor Moreno.

Llega a Cálamo un auténtico provocador: Víctor Moreno Bayona. Es escritor, profesor de literatura y crítico literario, y nos visitará para presentar su último libro: Cómo sé que valgo para escritor (Editorial Pamiela). Un ensayo cargado de ironía que analiza de una manera muy particular y con un estilo ácido y sin pelos en la lengua los procesos a través los cuales alguien puede reconocerse, legitimarse, y convertirse en escritor.
Con una pluma que no perdona, Victor Moreno aborda los distintos tipos de estereotipos del escritor –el escritor de culto, el maldito, el clandestino–, el mercado editorial, el papel de la crítica y los premios.
El autor nos visitará este miércoles a las 20 horas, en compañía del escritor y profesor universitario José Luís Rodríguez García. Para prepararnos, conversamos con él en una breve entrevista:


Víctor Moreno, autor de Cómo sé que valgo para escritor

Una frase de Vila-Matas afirma que “Escribir es dejar de ser escritor”. ¿Cree que es así?

La frase es una melonada sintagmática, como tantas otras que recojo en el libro. Pero, si se quiere más precisión conceptual, diría que es una frase digna de una filosofía críptica, solo inteligible para iniciados. Su autor necesitaría un sesudo ensayo para hacerla comprensible.
La frase ni define qué es escribir, ni qué es ser escritor. Cuando nos olvidamos de la reflexión exacta y rigurosa, bordeamos el oscurantismo. Es posible que el escritor catalán valore la frase como un profundo enigma literario. Si lo es, seguro que la copió de algún otro escritor.

En muchas partes del libro se utiliza la segunda persona del singular, por ejemplo en el siguiente pasaje: «Si sigues escribiendo a pesar de que no te reconozcan como escritor, no lo dudes un átomo: eres escritor». ¿Quién es ese interlocutor al que parece dirigirse? ¿Tenía un tipo de lector en mente al escribir el libro? ¿Futuros escritores, quizás?

Se trata de un recurso retórico sencillo y elemental para estar más cercano al lector más o menos implícito, y mantener con él un grado de complicidad mayor con lo que, de forma irónica y sarcástica, le voy contando.

No. No he pensado en un destinatario concreto y objetivo. Pero cualquiera que comience a escribir seguro que en el libro encuentra muchos guiños complacientes con el intento de aspirar a ser escritor.

Con las nuevas tecnologías hay muchas maneras de que cualquiera publique su obra al margen del mercado editorial tradicional. ¿Cómo ve estos nuevos caminos? 

Los veo, sin más. Las personas tenemos un impulso semi-genético que nos impulsa a ser poco pudorosos con lo que pensamos y sentimos. Hablamos demasiado, de uno mismo y de los demás. Precisamente, estas nuevas tecnologías explotan de un modo obsceno esa capacidad narcisista del ser humano. Lo más lógico para la salud personal sería pasar desapercibido, pero nos empeñamos en que el resto del mundo aprecie en vivo y en directo la cantidad de imbecilidades que somos capaces de pergeñar en párrafos tan breves.
En cuanto al mercado editorial tradicional, debería sentirse muy tranquilo. Las tecnologías “librescas” tendrán que crecer un poquito más para convertirse en una oposición seria que le haga un feo de verdad a Gutenberg. En cualquier caso, la consigna sería coexistir sin que la sangre de la letra llegue al río del papel o del chip. Ni apocalípticos, ni integrados. A ser posible, andróginos y ornitorrincos.




¿Cuál es la responsabilidad y el papel del crítico literario en la actualidad?

Ninguna ni ninguno. Y es mejor que los críticos no se figuren que tienen una responsabilidad. Sería horrible. Para ellos mismos, para los lectores y para la literatura. Nadie les ha dicho que sean críticos, ni ninguna institución universitaria les ha dado el título como tales. La crítica literaria es superflua y banal. Ni mejora la literatura y, lo que es peor, ni a los propios críticos. Precisemos. La crítica literaria tampoco es responsable de la situación actual de la literatura, ni nunca lo será. Sería atribuirles un papel demasiado importante. Solo es responsable de su pedantería y de un estilo lleno de estereotipos y dé tópicos. Hoy día, leer crítica literaria es llorar. Los críticos son los eunucos de la literatura, que decía Steiner. Se suele decir que la culpa es del Mercado, quien con sus largas manos mercantiles los ha transformado mensajeros de la publicidad. Pero no es verdad. Son los propios críticos los responsables de su negligencia crítica y de su falta de compromiso con lo que ellos llaman, y tiene mucha gracia que la llamen así, literatura con mayúsculas.

¿Cómo ve el trabajo de editoriales independientes que apuestan por nuevos formatos? Libros ilustrados, e-books…

No tengo formada una opinión, ni aproximada ni cercana del hecho, entendido como fenómeno sociológico, económico y cultural, y de las repercusiones que pueda tener en los lectores y en la teórica consideración de la literatura como concepto. La verdad es que soy incapaz de analizar panoramas generales, situaciones globales y fenómenos sociales colectivos. Pero, tampoco, voy a decir que por ser un “trabajo de editoriales independientes” el juicio crítico haya de ser más permisivo o menos ácido. Ser independientes no es garantía de nada. La chapuza no es incompatible con ninguna situación de producción y de recepción literaria.

Suele decirse que escribir no es una opción tanto como una obligación que le sobreviene al escritor, un deseo irrefrenable... ¿Cree que es así?

Sí… y de un rapto de las musas que te cogen de los pelos y te hacen escribir como al profeta de la biblia al que Yahvé le susurraba palabras santas al oído. Escribir es una opción como otra cualquiera. Ni mejor ni peor que la de ser barrendero si es que uno encuentra trabajo como tal. Hay que prescindir de cualquier mixtificación de la escritura. Los “oulipistas”, entre ellos Queneau y Perec, decían que la inspiración estaba en el culo, es decir, en el trabajo. ¿Obligación? ¿Quién escribe por obligación? Quien escriba por obligación, porque si no lo hace se moriría, como dice Rosa Montero, deberían abandonar este barco y dedicarse al macramé o a la papiroflexia. A la gente que llega a la literatura y dice que sufre un espasmo cada vez que no encuentra el adjetivo adecuado para caracterizar el bigote de un personaje, tendría que dedicarse a sexar gallinas.

Una pregunta como profesor de literatura: ¿cómo se aprende a escribir literatura? ¿Es posible enseñar a escribir una obra literaria?

Se aprende a escribir literatura escribiendo de forma literaria. Y, por tanto, claro que es posible enseñar a escribir una obra literaria. No se aprende a escribir escribiendo sin más. Hay que hacerlo con una intención y siendo conscientes de por qué y para qué escribo. Para ello, y hablando en términos didácticos, el mejor sistema para aprender a escribir literatura es imitar y transformar textos literarios, sean de Homero, de la Biblia, de Cervantes, de Sterne, de Joyce, de Proust, de Flaubert, de Tolstoi, de Galdós, de Baroja, de Cortázar, de Borges y de los Milagros de Nuestra Señora, de Berceo.

«Una vez que hayamos imitado y transformado textos literarios ajenos, y habernos apropiado de una sintaxis intencionada personal, estaremos en condiciones de escribir nuestros propios textos. La literatura se alimenta de literatura.»

Y, como libreros que somos, una última pregunta: ¿Qué libros ha leído en el último tiempo? ¿Alguna recomendación?

He leído de Virginia Woolf, Leer o no leer y otros escritos; de Agamben, El sacramento del lenguaje; ¿Cultura o barbarie?, publicado por editorial Mira; Euforismos, de Julien Torma; de José Luis Rodríguez, El tercer concierto; de Miguel Sánchez Ostiz, El escarmiento y he releído algunas obras Terencio y de Tito Livio y otras más que no recito porque el secreto de aburrir consiste en soltar una retahíla de nombres sin ton ni son. ¿Recomendación? La vida secreta de Walter Mitty, de James Thurber.


Continuamos la conversación el miércoles 14 de febrero a las 20 horas en Cálamo. ¡Te esperamos!