A finales de octubre, la fusión entre Random House y Penguin auguraba un cambio en el mapa global de la edición. Las primeras reacciones al respecto fueron naturales: las seis grandes ahora pasan a ser cinco, y el reparto de la literatura se reduce a menos agentes. Sin embargo, con el tiempo asistimos a interrogantes necesarios acerca del impacto que este movimiento tiene sobre las pequeñas editoriales, así como en el entorno digital. John Naughton afirmaba en el Guardian que sólo estamos ante el último episodio antes de entrar en una nueva época que será de las grandes cadenas de distribución digital:
"el acuerdo entre Bertelsmann y Pearson será visto justo como el último episodio de una larga historia: una historia de las industrias antiguamente dominantes intentando prevenir sus venerables modelos de negocios del desmantelamiento de Internet. Las víctimas primeras fueron las agencias de viajes, los sellos de discos, los periódicos, las revistas y las empresas de comunicación (…) hemos llegado al punto en el que los gigantes conglomerados de la edición están realmente aterrados. Pueden verse a sí mismos bajando la resbaladiza pendiente que hizo a las discográficas prisioneras de Apple iTunes."
¿Cómo sería el nuevo logo de Penguin House? En Digital Book World no les faltó imaginación en sus propuestas. |
En Digital Book World, Rob Eagar se mostraba igualmente rotundo: «A fin de competir contra Amazon, fundirse en un gran conglomerado no funcionará». Por su parte, Gavin James Bower aludía a la fusión también en The Guardian como una oportunidad extraordinaria para la edición independiente:
"En cualquier recesión, la vanguardia se encuentra más allá de la corriente dominante; y los riesgos típicamente comprendidos como extraños. Las independientes, como siempre hacen, serán asumidas como aquellas que corren riesgos en un clima de fatalidad y penumbras, cultivando el talento y publicando libros que no son considerados lo suficientemente seguros para las nerviosas corporaciones guiadas por los beneficios."
Y en esto coincidía Claire Kelly, en la página de Melville House:
"Mientras las grandes se funden en uno o dos gigantes, una proliferación de pequeñas editoriales independientes podría tener un impacto con las ideas básicas destacadas por Colin Robinson (…) ideas como la edición selectiva, una concentración en la edición y el diseño, tiempos rápidos, y ventas digitales... creando un entorno que permita a las editoriales pequeñas experimentar con modelos de venta e ideas creativas del marketing, mientras publican nuevas y variadas voces."
¿Oligopolio entre las cinco majors? ¿Rendición ante el nuevo paradigma digital? ¿Oportunidad dorada para la edición independiente? Sea como fuere, sabemos que de uno u otro sitio tendremos literatura para rato.
La biblioteca de Kansas City. Ante todo, un espacio de grandes libros. |
La fusión Penguin – Random House obedece a una lógica imparable desde los años 90: la de las concentraciones empresariales. Y a esta lógica le da igual hablar de libros que de productos hortofrutícolas, su retórica es la misma: aprovechar las sinergias, abaratar los costes, mejorar la calidad del producto… Las concentraciones empresariales pretenden allegar mercados y, de este modo, incrementar el poder financiero de los grandes grupos.
ResponderEliminar¿Beneficia esto a las editoriales independientes? Pues en principio no veo que las beneficie, pero tampoco es perjudicial a priori. Toda empresa puede mantenerse si cubre los costes con los ingresos, sean estos de cinco dígitos, de seis o de nueve. Es obvio que un autor de best-sellers siempre optará por un gran grupo, el cual le proveerá de jugosos anticipos. Pero la batalla de la literatura de verdad no se libra en el campo de las ventas sino en el de la calidad (dos conceptos en absoluto antagónicos, por otra parte).
Un autor de calidad suele iniciar su andadura en una editorial independiente, pero si tiene éxito, acabará militando en un gran grupo. Del mismo modo, un editor independiente puede decidir un buen día vender su catálogo, o cambiar unos beneficios bajos por un buen salario en el seno de ese mismo gran grupo. De lo que no deberían abdicar nunca ni escritores ni editores es de la calidad y el compromiso con la literatura.
Hace unos meses leí una entrevista con el más poderoso agente literario, Andrew Wyllie. Contaba una anécdota de sus inicios. Al parecer, alguien le vio leyendo “La guerra del Peloponeso”, de Tucídides, y le afeó por qué no leía manuscritos prometedores que pudieran convertirse en best-sellers… “El Chacal” (apodo de Wyllie) respondió que si su voluntad con la literatura fuera sólo hacer dinero, jamás se hubiera dedicado a ella, sino que trabajaría en banca.
¿Tendrá algo que ver la fusión con el paradigma digital? Es muy posible, algunos periódicos afirman que Bertelsmann y Pearson quieren contrarrestar a Amazon. ¿Tendrán una “bicha” alternativa al kindle? Pues ni lo sé ni me importa demasiado, la verdad. Lo que sí debe preocupar (y mucho) a las editoriales, grandes o independientes, respecto al paradigma digital, es la piratería. Conozco cada vez a más personas que leen ebooks, y supongo que las próximas navidades se incrementará el número. Pero no conozco a casi nadie que haya comprado un libro digital…