viernes, 24 de mayo de 2013

Javier López Menacho: «hay que aferrarse a los sueños e ilusiones que nos queden»

Javier López Menacho plantó cara a su situación laboral cuando ya no pudo aguantar más. De trabajo precario en trabajo mal pagado, el agotamiento aumentaba y sus expectativas laborales caían en picado, como lamentablemente sigue ocurriendo en España. Su interés por la escritura sufrió un nuevo aliento gracias a un curso de periodismo narrativo. Ya habían arrancado sus conocidas crónicas, las chococrónicas, de cuando Menacho trabajaba con un disfraz de chocolatina por algunos centros comerciales. Con buena prosa, sentido del humor y no sin falta de crítica hacia las injusticias del momento, continuó con el proyecto de desahogo literario hasta que vio que de ahí podía salir una novela: Yo, precario. La novela no solo salió, sino que ha generado un revuelo en el mundo periodístico necesario y sano. El interés de los medios de comunicación y de los críticos literarios sigue en aumento, pero su honestidad se mantiene, igual que al principio. Desde la primera crónica hasta esta entrevista. Y esto es solo el comienzo.

                                                                                         Por Ana Portnoy.

Tendremos la oportunidad de conocer a Javier en la librería Cálamo el próximo martes 28 de mayo.

—Apareciste con discreción en el panorama literario, y la cosa no ha hecho más que crecer. ¿Crees que tu libro ha salido en el momento oportuno, que ahora la gente está receptiva ante este tipo de situaciones de precariedad laboral? 

—Siempre defiendo la honestidad de este libro. Su escritura no entendía de fechas ni de publicaciones. Lo escribí como catarsis personal, sin pensar en que fuera, o no, oportuno. De hecho, ni siquiera tenía editorial, eso surgió más tarde y porque yo la busqué, así que siempre que me dicen que si ha sido un libro oportunista respondo que no, que fue creado con una intención puramente literaria. Me siento brutalmente honesto.

—Lamentablemente, este tipo de empleos han existido siempre, mal pagados y abusivos, ¿quizás ahora son todavía más duros y exigentes?

—Los trabajos abusivos y mal pagados, como dices, siempre han existido y, me temo, existirán. Lo que pasa es que ahora se han generalizado y encontramos más trabajos mal pagados que decentemente remunerados. El trabajo precario se ha extendido como una plaga social, los derechos laborales se han recortado y la reforma laboral ha ayudado a que existan más desigualdades. Se han bajado los sueldos, han subido los impuestos y se despide con mayor facilidad. Esto genera una sensación de urgencia muy peligrosa a nivel social. La dureza y exigencia siempre estuvieron ahí, sólo que ahora lo vemos más. 

—¿Por qué decides llamar a tu trabajo de blogger ‘chococrónica? ¿Qué necesidad tuviste para comenzar a escribir esas experiencias y no hablar, pongamos, de cualquier otro tema para no pensar justamente en tu trabajo?

—Lo llamé chococrónica porque me parecía que la fonética era atractiva, por el juego entre mascota de chocolatina y crónica, porque tenía gancho. La realidad fue que tenía un 200% más de visitas en apenas 3 o 4 crónicas.
Por otro lado, tenía que quitarme el demonio que albergaba en mi interior. 

Estaba pasando una mala situación laboral y eso repercutía en mi vida personal, llevándome a una constante insatisfacción. Así que busqué maneras de aferrarme a otras ilusiones, alejadas del ámbito laboral. Estaba estudiando un curso de periodismo narrativo, así que vino en el mejor momento.


Empecé a quitarme esa sarna que iba acumulando narrando mis vivencias. Fue terapéutico y me ayudaba a mantener mi cabeza en orden. A parte, me ayudaba a quitarme rencor y me daba un motivo para ir al trabajo. Todo encajaba perfectamente. Cuando llevaba varias crónicas, comencé a pensar en clave de novela.

—¿Notaste en algún momento que te estabas forjando un personaje? Es decir, ¿que ibas dejando de ser Menacho para convertirte en ChocoMenacho?

—Lo he notado, y lo noto, mucho. El boom mediático es así. He intentado controlarlo, pero me ha pillado desprevenido (nadie esperaba una respuesta así), demasiado ingenuo para un mundo así. Me convierto, sin quererlo, en una caricatura de mí mismo. Lo bueno de todo esto es que los medios no tienen memoria, y el día de mañana, seré pasto del olvido y me tendré que ganar de nuevo la voluntad de un editor. Así que dentro de lo que cabe, estoy bastante tranquilo. Al final, todo vuelve a la literatura.

—Tu testimonio es una prueba de resistencia, de querer sobrevivir de una forma digna ante un presente oscuro. Pese a las condiciones laborales, mantuviste tu voluntad de escritor y finalmente has logrado un resultado que está llegando a mucha gente. ¿Deben los jóvenes españoles continuar luchando por hallar un trabajo digno en este país o realmente hay que irse fuera?

«Me niego a creer que la única solución sea partir»

Y también me repito mucho pero hay que aferrarse a los sueños e ilusiones que nos queden. Buscar tu factor diferencial, eso que sólo tienes tú, y aprovecharlo, sacarle el máximo partido. Ser proactivo y mirar más allá de esta realidad tenebrosa. Así que abogo por estar donde queremos estar y no resignarnos a que nos impongan una realidad. No, hay que lucharlo mucho antes de tirar la toalla.

Yo, precario.

—Una vez ya has podido plasmar y publicar lo que es tu primer trabajo como cronista en forma de libro, ¿cuál es el siguiente paso que quieres dar? ¿te has planteado alguna vez lanzarte a la ficción?

Pase lo que pase, no habrá un yo, precario 2. Hay 2 terrenos sobre los que me quiero desarrollar. Uno es el ámbito de la ficción, donde quiero acampar en mis próximos proyectos. Y el otro es seguir, de alguna manera, con la crónica periodística y narrativa. Pero para ello necesito un motivo, una intencionalidad igualmente pensada. Me gustaría hacer algo tipo 'On fire', de Joe Kelso y Vanity Dust, pero no tan hardcore. O sí, no sé. Alguna crónica de mayor extensión.  

—A nivel de referentes, siempre mencionas a autores del campo del periodismo y también de la literatura, ¿cuáles han sido dichos autores? ¿qué sacaste de cada uno de ellos?

—Tengo muchos referentes. El que más me influyó fue Hunter S. Thompson, porque Anagrama sacó por las fechas de la creación del libro, 'El escritor gonzo'. Realmente fue el germen de la idea semigonza de las chococrónicas. Y luego también me gusta mucho Rodrigo Fresán, Martín Caparrós, y alejados de ese estilo, Gabriela Wiener o Enric González

«Se confunden narradores que hacen periodismo con periodistas que hacen de narradores. Y eso es bueno, aporta riqueza, pluralidad, amplitud de miras»

—¿Qué piensas del panorama mediático actual? ¿Está la prensa a la altura de las trágicas circunstancias del país? ¿Cómo crees que se podría mejorar el periodismo en España?

Como cualquier persona que conozca mínimamente la realidad, pienso que estamos en un mal momento. Los periodistas se están convirtiendo en multiusos que cortan y pegan notas de prensa y que van a mil por hora, mal pagados y con la espada de Damocles siempre sobre su cabeza. Por tanto, así no hay quién haga buen periodismo. O al menos, no generalizadamente. Los medios tradicionales de papel, cada vez se le notan más sus verdaderos colores y falta independencia
En ese sentido internet ha traído consigo nuevas propuestas interesantes: SigueLeyendo, Jot Down, Orsai, Mongolia, eldiario.es, etc. son medios que mezclan calidad de contenidos e independencia. Creo que por ahí van los tiros. Se tiene que trabajar en cómo hacer viables esos proyectos, cómo conseguir su pervivencia económica. Pero lo que está claro es que hay que hacerlo alejado del sistema piramidal anterior que estaba devorando los periódicos por dentro. Claro, en cuanto se ha apretado la cosa y el de arriba ha querido mantener sus privilegios, se ha desmoronado el castillo de naipes. 

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