miércoles, 31 de octubre de 2012

"La literatura en Latinoamérica está más viva que nunca", Nubia Macías, directora de la FIL


Desde 2003, Nubia Macías (Jalisco, 1966) viene ejerciendo una impecable dirección en la Feria del Libro de Guadalajara. Y por eso desde La Otra Mirada de Cálamo no podíamos dejar escapar la oportunidad de charlar con ella alrededor de las novedades que este año encontraremos en la FIL, y de los desafíos y éxitos a los que la literatura hispanohablante se enfrenta en estos instantes. Sus principios son los que siguen.   



Como responsable del encuentro de la FIL y conocedora a fondo del entorno profesional asociado al mundo de la edición, ¿cuáles diría que son las  principales inquietudes del sector en este 2012? ¿Afirmarías que el tránsito hacia la edición digital es actualmente el tema más candente en el entorno de la edición?

Yo creo que el tránsito ya es un tema superado. En mi opinión los temas cruciales en estos momentos son dos: por un lado la generación de contenidos, es decir, la traducción de los textos a los soportes digitales, y por otro el tema de los derechos de autor, que sigue siendo el talón de Aquiles de todo el entorno de la edición digital. Es una enorme discusión esta realidad del "préstamo de contenido" que es realmente lo que están proponiendo los desarrolladores electrónicos a los lectores, quienes al final están rentando el servicio de la lectura en lugar de adquiriendo un bien.

Ésta es la 26ª edición de la Feria. Tratándose ya del encuentro más consolidado en habla hispana, y con esta vasta trayectoria a las espaldas, ¿qué novedades podremos encontrar este año?

Esta edición yo destaco tres cosas: la presencia de Chile de nuevo como invitado de honor, que representan una nueva conexión de este país con el mundo; nuestro programa Latinoamerica Viva, heredero de Los 25 secretos mejor guardados de América Latina, al que vienen 35 autores que representan un mapa extraordinario de las rutas literarias de nuestro continente, y la presencia de la delegación de autores de Brasil, que permitirá por primera vez a los profesionales y lectores que se reunen en la Feria tener una visión global de las letras brasileñas.

Da la sensación de que en todo el mundo hay cierto clima de derrotismo en relación a la literatura, y que cuando se habla de buenas noticias éstas tienen que ver más con la tecnología que con la propia lectura o los hábitos lectores. Sin embargo, encuentros como la FIL parecen demostrar lo contrario. ¿Se trata entonces de un oasis, o podríamos afirmar que el clima popular de entusiasmo bibliófilo en Latinoamérica es una constante?

Yo creo que la literatura en Latinoamérica está más viva que nunca. Tenemos cientos de autores extraordinarios, la industria tiene una vitalidad como nunca antes, hay redes de colaboración que funcionan de Norte a Sur y de Sur a Norte. Todo con mucho esfuerzo, cierto, y a veces a espaldas de la gran industria, pero eso no le quita méritos. El giro que ha dado la edición independiente frente a la avanzada digital, al apostar por reforzar el arte de los libros, su diseño, las tipografías, creo que todo eso habla de una capacidad de adaptación que es para entusiasmarse.  La FIL ciertamente, se convierte en un lugar en donde todas estas tensiones confluyen y durante nueve días se puede ver, literalmente, como en sus pasillos corre esta fuerza de la literatura, de los lectores, de los propios autores. Yo creo que el discurso está un poco secuestrado por las élites y que en realidad la gente mantiene una relación vital con la literatura y que el trabajo de quienes apostamos por el mundo del libro es encontrar las nuevas formas de acercarlos a este mundo y a estos autores.

Además de estos encuentros puntuales de orden internacional, ¿estimas que realmente se están ampliando los lazos de trabajo entre pequeños profesionales del libro en Centroamérica y Europa? ¿Cómo podemos evaluar el desarrollo de los vínculos en el sector del libro en habla hispana en los últimos años?

Bueno, Centroamérica es una región muy pequeña, yo creo que más bien la América que habla español tiene un mapa muy variado de lazos. No me aventuro a hacer una evaluación, porque eso requeriría tener un mapa claro de cómo se están dando las colaboraciones. Lo que sí te puedo asegurar es que cuando yo viajo por el continente, y me reúno con la gente, siempre encuentro editores que están interesados en contactar a sus pares en otros países, que están interesados en ver cómo pueden mover los derechos de sus libros y que buscan la colaboración que ayude a crecer en lectores. Mi parámetro más cercano es el Salón de Derechos de la Feria, que es un proyecto que comenzó hace diez años con 20 mesas de negocio y hoy tiene casi 110. Creo que eso habla de que hay un interés claro en que los contenidos se muevan, y que estamos trabajando muy fuerte en romper fronteras.     

¿Cuáles son tus recomendaciones a editores y libreros independientes del mundo hispanohablante para reforzar  sus vínculos?

Que se conozcan, que se busquen, que actúen. Creo que la mayor amenaza para la industria independiente son los discursos que ya conocemos: el de la dependencia gubernamental, el de que son industrias marginales, el de que son industrias "de capilla". La fortaleza más grande de la industria editorial independiente es la gente que la forma, gente que ama este oficio, que ama los libros y que necesita ser capaz de tender puentes a fin de que esos contenidos y esos libros puedan circular. Creo que hay que huir de los dogmatismos y de los grupúsculos. En esa medida todos seremos más capaces de ver al otro, de conocerlo y de abrirnos a las posibilidades de la cooperación. Es indispensable también que los editores y libreros entiendan mejor las tendencias comerciales del mundo, que estén actualizados en esos conocimientos y abiertos para aplicarlos en su quehacer cotidiano. De esto dependerá en buena medida su supervivencia.

Corren tiempos en los que el mapa del mundo está cambiando: con el impacto en EEUU y Europa de la crisis económica de 2008, y la emergencia de países como China, Brasil o India, es de prever que el mapa cultural global ha de cambiar de alguna manera. ¿Qué papel le intuye al futuro de la literatura en habla hispana en los próximos tiempos?

La literatura en español, y en particular la que se produce en América Latina, vive hoy uno de sus mejores momentos. Yo creo que tiene un potencial extraordinario y que los ojos del mundo están volcados en ver qué encuentran en ella.  Me parece que los países que mencionas plantean todos retos importantes, pero que el camino que nuestra literatura ya tiene andado en el mundo es un extraordinario trampolín que espero que los editores aprovechen.

¿Qué echas en falta para la FIL? ¿Qué desafíos hay para las próximas ediciones? 

El desafío de la Feria es siempre superarse a sí misma, lo que no es nada sencillo. Más que echar en falta me parece que hay que trabajar muchísimo para mantener la calidad literaria y del encuentro editorial, por mantener el sentido que hace que en nuestra Feria confluya toda la cadena del libro. 

Chile es el país invitado este año, ¿qué nos recomendarías de su tradición literaria? 

Como ya mencioné anteriormente, creo que la visita de Chile será fantástica porque nos permitirá conocer una nueva generación literaria, las voces de más de cien escritore que hoy reflejan la diversidad de este país, y su mirada al futuro. Personalmente me parece que una de las fortalezas de la tradición chilena es la poesía, que ha marcado al continente entero desde siempre, en particular me entusiasman mucho las presencias de Óscar Hahn y Zurita.  

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