Pedro Olalla:
"La
humildad es la única lección que nos
repite reiteradamente la historia"
1.
Ya en el prólogo de Historia menor de Grecia reivindicas que
la Historia es también literatura y debe ser reconocida literariamente más allá del género de la
novela. Parece que ahora nadamos entre dos mundos... Por
un lado la novela de ficción “pura”, que busca el entretenimiento, y por otro
la novela histórica, que deforma la historia hasta que la trama sea
emocionante. ¿Es necesario para la narrativa que sus autores respeten y
trabajen los hechos históricos de una manera más profunda?
Para la narrativa –o para la literatura–
cualquier planteamiento puede ser válido si consigue ser eficaz: si consigue su
objetivo de ayudar a cifrar y a compartir el pensamiento y la emoción. Yo no
soy excluyente ni purista en cuanto a los procedimientos literarios; lo que
reivindico es que existe la literatura más allá de la novela, y la literatura
de tema histórico más allá de la novela histórica.
2.
En este sentido, en Historia menor de Grecia has dado la
vuelta de una manera muy interesante a la Historia con mayúsculas, la escrita
por los grandes y que se enseña en las facultades. Has acudido a los márgenes,
a la bibliografía casi secreta, y has mostrado momentos de vida que desprenden,
sobre todo, humanidad y cotidianidad. ¿Qué ha supuesto para ti ahondar en la
historia en minúsculas, sin ser ésta, como has demostrado, menos importante que
la de los “grandes” héroes y las grandes hazañas?
Yo creo que Historia menor de Grecia es más un libro de ética que de historia,
un libro que explora la ética como fuerza motriz de la historia. Su mensaje, en
el fondo, es sencillo: lo que hace al mundo mejor es la integridad y la
voluntad de algunos individuos, su elección personal de combatir humildemente
la injusticia y la ignorancia en vez de aprovecharse de ellas. Y para rastrear
esta actitud no hay que limitarse a los personajes de primera fila ni a los
hechos más memorables. Es una actitud muy repartida, aunque haya sido siempre de
unos pocos: una actitud de resistencia permanente frente a un entorno adverso y
bárbaro. Para mí, ahondar en esta historia “en minúsculas” ha supuesto, sobre
todo, un ejercicio de humildad.
3.
En la introducción hablas del
sentimiento de humildad que te invadió al escribir Historia menor de Grecia,
¿qué otros sentimientos has sentido a lo largo del viaje histórico-literario
que has creado?
El más importante es ése, el de la
humildad. Creo que, con sus innumerables páginas de abuso e irracionalidad, la
humildad es la única lección que nos repite reiteradamente la historia. Lógicamente,
en el empeño de escribir esta obra, hubo también mucha empatía, y un esfuerzo
enorme por mantener la honestidad y el rigor en ese osado intento de aproximar
al máximo intuiciones mías y vivencias de otros.
4.
También has dejado huella en
los libreros independientes, y en Cálamo especialmente, ¿Estás contento con la
recepción de tu obra? ¿Crees que andamos algo hastiados de tanta
grandilocuencia, y que el retorno a la lectura fuera de las grandes vanidades
es una necesidad actual?
Con la recepción de este libro sólo
puedo estar encantado. La más profunda alegría que puede recibir quien se
aventura a escribir un libro es descubrir que hay alguien que agradece leerlo.
Y muchas personas han tenido el gesto de hacerme llegar ese agradecimiento.
Sobre lo segundo –si andamos algo hastiados de grandilocuencia y vanidad–,
probablemente sí, y ojalá encontremos buenas lecturas que puedan ayudarnos a
descubrir algo más esencial.
"La más profunda alegría que puede recibir quien se aventura a escribir un libro es descubrir que hay alguien que agradece leerlo"
5. Desde España, asistimos preocupados y conmocionados a la
situación de nuestros amigos helenos, pues aquí también estamos sufriendo
graves problemas. Como persona fuertemente vinculada a Grecia, ¿cuál es la
situación real en el país? Aquí solo aparece puntualmente en los periódicos, y
estamos seguros de que las pequeñas historias de los que luchan por un futuro
digno bien merecen permanecer cerca de nosotros.
A mi modo de ver, el problema de Grecia es
que, en nombre de una controvertida deuda, está siendo sometida a una
implacable operación de extorsión y saqueo, a un proceso diseñado con el
objetivo de que la riqueza y el poder sigan fluyendo cada vez hacia menos manos
mientras pierden terreno las conquistas sociales y la democracia. Llevo
hablando y escribiendo los últimos tres años sobre este tema: al principio, esta
afirmación podía parecer una paranoia, pero hoy los hechos la confirman. Y todo
este proceso se debe, por un lado, a los intereses y al corporativismo de la
élites dominantes (nacionales y foráneas), y, por otro, a la credulidad y la
pasividad de la ciudadanía (o de los dominados). Ya es hora de despertarse y
ponerse en acción, porque la economía y la política necesitan urgentemente
cambios estructurales profundos que sólo pueden obrarse desde la base, que
nunca van a venir propiciados desde arriba, sencillamente, porque van en contra
de los intereses de las cúpulas. Lo que está pasando en Grecia –y en
España, y en Europa– pone de manifiesto que, si queremos ir hacia delante,
nuestra sociedad necesita radicalizarse, y mucho, pero en el sentido de hacerse
más radicalmente democrática, porque no hay que olvidar que, en nuestros
tiempos, la democracia sigue siendo un proyecto radical y revolucionario, tal
como lo fue en sus orígenes griegos.
Historia menor de Grecia en Librería Cálamo |
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