martes, 30 de abril de 2013

5 ideas clave y un libro a tener muy en cuenta en el 1 de mayo


1. «Las conquistas sociales que se obtuvieron en dos siglos de luchas colectivas no estaban aseguradas, como creíamos, y para recomenzar una nueva etapa de progreso habrá que volver a ganarlas con métodos nuevos, porque las clases dominantes han aprendido a neutralizar los que usábamos hasta hoy»

2. «Lo que los ciudadanos españoles pagan hoy con recortes, paro y sacrificios son las deudas gigantescas de unas entidades financieras que comprometieron sus recursos en inversiones de riesgo para poder repartir beneficios y comisiones a sus dirigentes y a unos cómplices políticos que primero les dejaron hacer y después aceptaron que fuese el estado quien asumiese el problema de bancos y cajas, pero no el de millares de familias que han sido desahuciadas en cuanto la crisis engendrada por los especuladores les ha dejado sin recursos para pagar las hipotecas.»

3. «Lo que al principio pareció una sucesión de revueltas populares [árabes] democratizadoras, ha sufrido tantos cambios que resulta  difícil prever su futuro. Hay un acuerdo de principio en considerar que lo que echó a las calles a quienes protestaban fue una “demanda” de dignidad y el rechazo a aceptar que las dictaduras familiares locales fuesen los propietarios de sus países.” Pero se equivocaron quienes, como Tahar Ben Jelloun, se apresuraron a afirmar que “esta primavera rubrica la derrota del islamismo”, que habría cedido el terreno a las reivindicaciones políticas y sociales de los jóvenes revolucionarios.
»La realidad ha desmentido estas previsiones: en lugar de llevar revolucionarios laicos al poder, las elecciones han visto el triunfo de los partidos islamistas en Túnes, Marruecos, Libia y Egipto.»

4. «Hillary Clinton definió las grandes líneas del programa de política exterior norteamericana en noviembre de 2011, en un artículo con el título de “El siglo norteamericano del Pacífico”, donde afirmaba que “el futuro de la política se decidirá en Asia oriental, no en Afganistán ni en Irak, y que los Estados Unidos estarán en el centro mismo de la acción”. Esto significaba abandonar la retórica de la “guerra contra el terror” y poner en primer plano, sin tapujos, lo que siempre ha sido el móvil fundamental de la política exterior norteamericana: la búsqueda de la superioridad política y militar como condicionante de la supremacía económica.»

5. «El sistema capitalista parece consolidado en su variante depredadora actual, gracias a que la propia crisis ha contribuido a que se acepten incluso sus métodos más abusivos.»



(Fragmentos extractados respectivamente de las páginas 19, 61, 98-99, 120 y 133 de El futuro es un país extraño, Josep Fontana.)

jueves, 25 de abril de 2013

Lo que hay que leer para ser siempre joven (o para dejar de querer serlo)


Erlend Loe (1968) publicó la maravillosa Naíf. Súper por primera vez en Noruega en 1996, pero tuvieron que pasar diecisiete años hasta que pudiera leerse volcada al idioma español. Eso acaba de suceder de la mano de Nórdica, y la crítica afirmó que la novela de Loe sería del agrado del lector de El guardián entre el centeno de J.D. Salinger. Llevaban razón, pero las similitudes guiaban asimismo a rincones más insospechados. En Naíf. Súper encontramos a un narrador protagonista de 25 años sin nombre, que no estudia y que tampoco trabaja y su única dedicación es encontrarse a sí mismo. El estilo de Loe aquí es minimalista. Su humor es contagioso. 


«Dijo que seguramente hay miles de personas que tocan fondo todos los días. Que la mayoría lo pasa un poco mal durante un tiempo, pero que luego se recupera. Mi hermano es un optimista y quería ayudarme.
Yo estaba pensando que aquello debía de ser el fondo. Tenía miedo de haberme hastiado de vivir, de no volver a sentir jamás entusiasmo.»
Naíf. Súper, Erlend Loe


Inevitablemente, lo anterior nos lleva a pensar en esos jovencísimos autores vinculados a la Alt Lit (Literatura alternativa), nacidos un par de décadas o tres después de Loe; de Tao Lin a Ben Brooks. No es muy probable que esta última hornada de autores anglosajones haya leído al escritor noruego. De ahí que lo más apasionante de la comparativa sea la magia de imaginar a dos corrientes o estilos sin relación aparente, hablando de lo mismo y con un estilo muy parecido. Ambos son el más divertido reflejo del aburrimiento y la decepción en dos sociedades económicamente prósperas. El estado de bienestar del norte de Europa frente al consumismo en Gran Bretaña o Estados Unidos en el siglo XXI. Tanto unos como otros hacen que el lector se sienta vertiginosamente joven, para bien o para mal. Aunque casi siempre para bien. 
«Habría resultado facilísimo enumerar las ocasiones en que una chica me había traicionado, la de veces que me habían hecho daño. Y, de haber querido hacerlo, habría sido igual de fácil elaborar una lista con todas las chicas a las que yo había infligido dolor. La primera, Lorraine.
En cambio, no posaba lo mismo con los hombres. Desde mi adolescencia me había sentido atraída únicamente por hombres, del mismo modo que yo les atraía a ellos: como amantes y como amigos.»
¿Cómo debería ser una persona? Una novela desde la vida, Sheila Heti
Sheila Heti es una escritora canadiense que nació hace 36 años. Su literatura acaba de llegar a España de la mano de Alpha Decay, responsable de la traducción de ¿Cómo debería ser una persona? (Una novela desde la vida), y su novela va precisamente de eso: la vida. Por grandilocuente que pueda sonar, seguramente sea esta la razón por la que Heti merece una sucesión de elogios que van desde el afamado crítico James Wood a la creadora y protagonista de la serie Girls Lena Dunham. Heti no es la clase de autora cuya escritura denote unos inmensos esfuerzos por demostrar su virtud estilística; tampoco va a sermonearte sobre el tiempo que te ha tocado vivir. Lo que hace Heti, y muy bien además, es poner sobre la mesa una sucesión de situaciones que te serán del todo reconocibles. Dos amigas sufren discusiones consigo mismas acerca del grado de sinceridad que deben imponerse entre ellas; las dos se compran el mismo vestido y eso es motivo de enfado; la dos duermen desnudas en un hotel… ¿y qué pasa luego? La respuesta a preguntas pequeñas como ésta y a preguntas más grandes que la vida —¿cómo debería ser una persona?— se hallan en esta inmensa novela de Sheila Heti.



Felices lecturas, 

Cálamo.

jueves, 18 de abril de 2013

Laura Huerga: «Nuestra ambición es publicar novelas contemporáneas que lleguen a ser clásicos» (Nuevos tiempos, nuevos editores III)

La forma de editar de Rayo Verde consiste en adoptar una visión panorámica del mundo literario que alcance mucho más allá del terreno conocido y en el que muchos están acostumbrados a sondear. Por ejemplo, su convicción en el proyecto les permitió contratar los derechos de Todo está tranquilo arriba, (Premi Llibreter) antes siquiera de tener catálogo. Navegan entre la novela y el relato, con dos colecciones pensadas para ofrecer el más alto nivel literario. Miran tanto a los nuevos autores españoles como a escritores de cualquier parte del planeta, sin miedo y con confianza en que la calidad siempre encuentra un lector apasionado. Anuncian, además, que en septiembre publicarán un Premio Cálamo, Juan José Saer. Entrevistamos a Laura Huerga, su editora: una conversación llena de entusiasmo y una muestra de verdadero espíritu por editar.


Rayo Verde llegó con una voz clara al mundo editorial. Según vuestras palabras, con la intención de aportar lecturas más inquisitivas, comprometidas e inconformistas a los lectores. ¿Veis, entonces, la literatura como algo más que un pasatiempo placentero?

Leer es un placer, pero pensar también puede serlo. Ser más consciente de tu entorno, de la sociedad en la que vives o de ti mismo no tiene por qué hacerte infeliz sino al contrario. Aunque la realidad sea desoladora también siendo conscientes es como cabe la posibilidad de cambiarla, en cualquier otro caso, es imposible.

Vuestro catálogo ya ronda, en estos momentos, los doce títulos. ¿Cómo definiríais hasta ahora los campos que habéis abierto? ¿Y vuestras dos colecciones, Rayos globulares y Relámpago?

Bueno, hemos dado a conocer nuevas lecturas y nuevos autores, eso es ya un orgullo. Hemos publicado títulos de otros países que aquí son completamente desconocidos. Rayos globulares vendría a ser nuestra colección de novela, en el sentido clásico del término, y su significado es de títulos que perduran en el tiempo. Novelas contemporáneas que puedan llegar a ser clásicos, esa es nuestra ambición. Relámpago reclama el espacio de la novela corta, donde se encuentran excelentes obras literarias y como comentamos en la web “su acción es fugaz y poderosa pero permanece en la retina y en la memoria”.



Otra de vuestras apuestas importantes es publicar a autores poco conocidos, ignorados por el gran conglomerado de los grandes grupos editoriales y sus drásticos criterios comerciales, y fomentar su difusión y valor literario. ¿Qué criterios tenéis para incorporar a un nuevo autor en vuestro catálogo?

Los criterios son subjetivos, básicamente que sean autores que creamos que aportan algo a la literatura y no se limiten a copiar una fórmula que se sabe que funciona. 

«Buscamos autores que no se limiten a copiar una fórmula que se sabe que funciona»

Algunos de nuestros autores han sido muy premiados fuera de nuestras fronteras y gozan del reconocimiento del público y de la crítica, así que no es difícil concederles un valor literario, traducirlos y saber que no te equivocas. Otros, como el caso de los brasileños Figueiredo y Kucinski, fueron premiados en su país después de que decidiéramos publicarlos. Lo difícil es explicar por qué le concedemos a un libro ese valor literario sin que haya obtenido todavía ese reconocimiento, como en el caso de los dos autores noveles que tenemos en el catálogo. En ese caso, el reconocimiento de su valor literario viene después, como con Víctor Sabaté, que ha conseguido críticas muy buenas en La Vanguardia o El Cultural pese a estrenarse con una novela corta (y con una editorial desconocida).

¿Cuál ha sido la respuesta de los lectores ante vuestras propuestas literarias? ¿Y de la crítica?

La verdad es que no nos esperábamos tan buena acogida. Las críticas literarias son excelentes en general, supongo que porque encuentran interesante lo que hacemos y cómo lo hacemos, aunque es verdad que algunos medios de comunicación nos cuidan mucho y otros no tanto. Lo curioso es que algunas de las mejores críticas que hemos recibido las han hecho escritores a los que admiramos que se han comprado alguno de nuestros libros espontáneamente, eso hace aún más ilusión. Con los lectores compartimos el mismo amor por los libros y la literatura, intentamos compartirlo y contagiar nuestro entusiasmo, y la verdad es que recibimos más de lo que damos. Las redes sociales nos han acercado, nos han dado una vía directa de comunicación con ellos, y eso tiene mucho valor. En ese sentido, también recibimos la opinión de los libreros que nos sirve para aprender y mejorar cada día, son los que recomiendan y venden nuestros libros así que son los primeros a los que les tienen que gustar.

Sin duda, es impresionante que siendo una editorial tan joven tengáis en vuestras filas un ‘Premi Llibreter’, el premio de referencia que otorgan los libreros de Catalunya. ‘Todo está tranquilo arriba’, de Gerbrand Bakker, ¿qué os llamó la atención de este libro?

En realidad, este libro tenía casi diez años cuando nos interesamos por él. Se había publicado en una decena de países y la crítica era muy buena. Teníamos que leerlo, y nos encantó. Apenas habíamos constituido la editorial cuando ganó el Premio IMPAC en 2010 cuyos libros son nominados por las bibliotecas de todo el mundo, y pensamos que sería imposible publicarlo, porque alguna editorial se interesaría y se adelantaría, pero no fue así. Pensamos que un libro así, con esa capacidad para transmitir emociones en los diálogos tanto con las palabras como con los silencios, tenía que poder leerse en nuestra lengua, así que no lo dudamos un momento. 

«Sin libros publicados todavía nos fuimos a Londres y tuvimos que vender nuestro proyecto a la editora holandesa que tiene los derechos del libro y por lo que fuera, quizás porque le recordamos a ella cuando empezaba, confió en nosotros y nos los vendió»

En Rayo Verde también tienen cabida los autores nacionales, como el barcelonés Víctor Sabaté. Estar atentos a la narrativa española, ¿forma también parte de vuestras prioridades?

Por supuesto que sí. No creo que sea fácil hacerse un hueco porque ya hay editoriales que publican autores nacionales y que lo hacen muy bien, pero sí que es una prioridad, leemos los originales que recibimos (aunque ahora estamos un poco colapsados) y queremos dar oportunidad a las obras que consideramos que tienen la calidad necesaria para estar en nuestro catálogo. Además, procuramos establecer una relación de confianza con el autor y representarle también cuando vamos a ferias internacionales, ya que nuestras complicidades con otras editoriales nos puede facilitar que se publique en otros idiomas.

Como libreros, es nuestro trabajo preguntaros también qué secretos tendréis para los próximos meses. ¿Nos espera alguna apuesta fuerte esta primavera? ¿Y para la llegada del calor?

Pues sí, tenemos dos apuestas fuertes para los próximos meses.
En mayo publicaremos Historias inverosímiles, en general del autor escocés Alasdair Gray. Un conjunto de relatos, ilustrados por el propio autor donde se habla de temas diversos: de la estructura jerárquica de la sociedad, de la lingüística del siglo XVIII o de la explotación laboral de los patos, aunque tal vez no hable realmente de nada de eso.
Y en junio una apasionante y atípica novela negra del autor polaco Michal Witkowski, El Leñador, donde un escritor gay, curiosamente llamado Michal Witkowski, que tiene una extraña afición a los “tíos con casitas en lugares apartados”, se retira a la casita de un desconocido para escribir lo que debería ser su obra maestra.  Pero lo que verdaderamente le interesará será investigar el pasado del dueño de la casita, “el leñador” del título, junto con la desaparición de una belleza local ocurrida años atrás. Es una fascinante novela negra, que además nos muestra las dos caras de una Polonia que en poco tiempo pasó de una dictadura política a una dictadura del consumo, algo que aquí tampoco nos resulta extraño, ¿verdad? Del autor se ha dicho que es capaz de hacer que las páginas amarillas resulten una apasionante lectura.
Y para el regreso de vacaciones, en septiembre, llegará un Premio Cálamo, El Entenado de Juan José Saer, una joya desgraciadamente poco conocida en España que esperamos tenga buena acogida.

lunes, 8 de abril de 2013

Chirbes: «En vez de buscar el ser de España, tarareo la Internacional»

Igual da que el jueves vaya a estar con nosotros. Si tenemos oportunidad de hablar con Rafael Chirbes, no vamos a desaprovecharla. Y de ahí esta previa a la conversación sobre la extraordinaria En la orilla. Les dará que pensar. 



Con Crematorio y En la orilla has puesto de manifiesto la descomposición más inmediata del país, y además en tus declaraciones has ido más allá que muchos colegas escritores al poner en evidencia también el concepto de los indignados, que se han expuesto como un símbolo de la mayoría. ¿Estimas que adolecemos de un exceso de buenas palabras? ¿Poca autocrítica, tal vez?

Como me ocurre siempre, con esta novela he intentado contarme a mí mismo, un yo de mi tiempo que busco, sin encontrarlo, mi lugar en el mundo, y, para ello, he echado una mirada a este tiempo nuestro, a lo que me rodea. He buscado descubrir la calidad de los mimbres que me componen, y, de rebote, los que componen a mis coetáneos, y el resultado es En la orilla, etiología del animal humano en un tiempo y un país, sacar a luz lo que las palabras que oímos y pronunciamos a diario trabajan para encubrir.
«antes el ruido ambiental era el del bienestar y la riqueza, ahora lo que se lleva es sentirte disconforme y desesperanzado»
Cuando uno oye hablar del presente a economistas, políticos, periodistas, divulgadores... se enfrenta casi siempre a lecturas monolíticas de la realidad; con la ficción, y desde luego con la tuya, sucede todo lo contrario: se duda de todo, y al final la naturaleza humana se despliega tremendamente oscura. La buena novela, ¿está destinada a ser ambigua y pesimista?

Creo que sí, que la buena novela tiene que hablar de la complejidad de la vida, poner al lector ante las dudas que acosan al autor, enfrentarlo a sus contradicciones. Un buen libro es un viaje iniciático a través de la realidad del lector, la de dentro y la de fuera, que debe vivir el mismo proceso de aprendizaje que vivió el autor mientras lo escribía. Sacar a la luz lo que hay bajo el bla bla bla que nos rodea.



¿Cómo te planteas la eventual llamada de atención a la novela social, por la cual «los oprimidos ya saben que lo están, y por tanto no es necesario recordárselo»?

Todas las novelas son sociales. Colaboran a formar la sensibilidad de los lectores, les proponen una visión del mundo que incluye también (aunque sea de matute) un acuerdo o un desacuerdo con su organización y su orden. Se escriben a favor de la corriente, o en contra. No hay manera de librarse de eso: el alma es un entreverado de las contradicciones de su tiempo, la literatura forma parte -aunque no quiera- de las fuerzas que pelean en la sociedad por el control de la imaginación y los deseos de lal gente. Los poderosos incluso financian unas tendencias para que se impongan sobre otras.
«Quizá el adorno pierde mucho sentido cuando falta lo primario: uno no piensa en faralaes si no tiene un vestido que ponerse.» 

Después de un tiempo en que se buscaba deslegitimar el realismo, da la sensación de que todos los escritores ahora quieren dar explicaciones a lo que ha pasado en España en los últimos años. ¿Realismo para los tiempos malos, y experimentos con la bonanza?

¿Que muchos se han dado cuenta de que esto no es Ginebra, ni siquiera Londres? No sé, creo que siempre han convivido esteticistas y realistas, quizá el adorno pierde mucho sentido cuando falta lo primario: uno no piensa en faralaes si no tiene un vestido que ponerse. No me atrevería a decir que es eso lo que pasa en literatura. Es cierto que lo mismo que antes el ruido ambiental era el del bienestar y la riqueza, ahora lo que se lleva es sentirte disconforme y desesperanzado, para lo que sobran motivos es el "aire" de este tiempo que se disolvería con un chaparrón de euros. Fuese y no hubo nada.

«Un buen libro debe sacar a la luz lo que hay bajo el bla, bla, bla que nos rodea»

Eres ya todo un experto en desglosar, de un lado, la historia reciente de España, y de otro las verdades más desagradables de la condición humana. ¿Has llegado a algo parecido a una conclusión sobre el carácter nacional; alguna constante que se repita en todas las épocas?

El carácter nacional. Más que definirlo, uno lo aprende leyendo La Celestina, el aragonés Gracián, Quevedo, Galdós y Clarín, Aub, el buen Sender: es centrífugo, cainita, cruel, mezquino, rastrero... No sé si hablamos de España o del animal humano. Sí que tengo clara la pervivencia del franquismo en las tuberías de la sociedad contemporánea, y, también, que el franquismo fue manifestación virulenta de algo que nos viene de muy lejos. Pero, llegado a ese punto, en vez de buscar el ser de España, tarareo la Internacional, tan pasada de moda en estos tiempos de fiebres micronacionales.

jueves, 4 de abril de 2013

José Luis Amores: «Parecía increíble que nadie se hubiera planteado publicar en español la primera novela de David Foster Wallace» Nuevos tiempos, nuevas editoriales (II)


Como José Luis Amores afirma, su editorial Pálido Fuego nace tras 30 años de lecturas, y de un continuo y apasionado aprendizaje en el terreno literario que sigue creciendo cada día. 
¿Está todo el ámbito literario cubierto por las editoriales actuales? Parece ser que no, que todavía queda mucho por traducir, y libros nacionales por editar, y proyectos por descubrir. ¿Cómo podemos demostrarlo? El arranque de Pálido Fuego, hace tan solo un año, no podía haber sido mejor. Hablamos con José Luis Amores de la experiencia de los comienzos, de su trayectoria como lector y editor, pero, por encima de todo, del futuro de la editorial: se presenta un 2013 intenso, cargado de enérgicas propuestas y de sorpresas renovadoras.

José Luis Amores, editor de Pálido Fuego. 
—Pálido Fuego es un nuevo brote verde editorial, independiente y joven, que desafía, como debe ser, a la parálisis de la crisis. Como firmes amantes del arte, ajenos al bestsellerismo omnipresente, ¿qué criterios habéis elegido a la hora de arrancar este proyecto? ¿Visteis alguna laguna que debía ser cubierta en el panorama editorial español —también en el independiente—, y una demanda lectora que merecía ser atendida?

—Llevaba años leyendo cosas que no estaban editadas en español. Podría decirse que mi comportamiento era un tanto “trotalibros”. Y con determinadas obras llega un momento en que piensas “ojalá las leyeran más personas para poder compartir sensaciones con ellas”. Por ejemplo, a William T. Vollmann lo descubrí gracias a El Aleph, y luego le dieron el National Book Award y Mondadori editó Europa Central. Pero resulta que este hombre ya había escrito un puñado de obras maestras que no teníamos en nuestro idioma. Si querías leerlas tenías que comprarlas fuera y trasegar con el inglés. Lo mismo pasaba con la primera novela de David Foster Wallace, La escoba del sistema, parecía increíble que nadie se hubiera planteado publicarla en español. Uno pensaba que a la fuerza tenía que ser un mal libro cuando la verdad era justo la contraria. O Mi primo, mi gastroenterólogo, de Mark Leyner: otra obra maestra despreciada por nuestro autista sistema editorial.

Hemos estado leyendo lo poco que la dictadura de la comercialidad nos ha permitido —o lo mucho, pero en todo caso nos faltan muchas cosas, y de otras nada valiosas tenemos demasiado—, y tenía que llegar un momento en el que alguien dijera basta de un modo práctico, sin quejas. Simplemente nos pusimos a trabajar, sin pensar en términos como “demanda” o “nicho de mercado”. En criterios sí pensamos, obviamente: sólo publicaremos lo mejor de lo mejor que no esté ya disponible.

Habiendo empezado por un grande como David Foster Wallace y editado su primera novela inédita y unas conversaciones que los muchos seguidores del autor han apreciado, ¿cuál es la línea que pensáis seguir a partir de ahora? Como planteáis en vuestra presentación en la web, ¿había un punto del que partir y a partir de ahora también se trata de dejaros llevar?

—Queremos ampliar el rango de idiomas desde el que traducimos. En breve incluiremos el francés, y puede que un poco más adelante nos atrevamos con el alemán. Aún somos una empresa pequeña para pensar en mayores ampliaciones, y tampoco nos consta que, más allá de los tres idiomas señalados (inglés incluido), el número de obras maestras no traducidas al español sea demasiado elevado.

También comenzaremos a publicar obras originales en español. La primera, de hecho, saldrá en junio. La ha escrito Germán Sierra y se titula Standards

Aunque hemos de decir que hemos sido nosotros quienes nos hemos dirigido al autor, y no al revés. Nos falta mucho aún para poder recibir originales y valorarlos de modo apropiado, aunque éstos no paran de llegarnos.
O sea, que tenemos muy claro de dónde partimos, y también qué camino queremos que siga nuestro proyecto. La lista de obras en cartera (contratadas y pendientes de publicación pero también la, por así decir, “lista de deseos”) es más que respetable. Si los dioses no nos retiran el saludo, tenemos trabajo para años.

—Quizás sea el tejido de librerías independientes el que más sensible está siendo a vuestro trabajo. ¿Contáis con su respaldo para lograr avanzar en vuestro trabajo editorial?  ¿Cómo ha sido su recibimiento en las presentaciones que habéis hecho?

Las librerías independientes son lo mejor que tiene nuestro sistema editorial. Ellas y sus clientes. Su respaldo está siendo adecuado, estamos satisfechos y agradecidos con ellas. La gente de Tipos Infames, Antonio Machado, Librería Rafael Alberti o La Buena Vida, todas ellas en Madrid; o la de LAIE en Barcelona (aunque también La Central, aunque ésta sea más grande, tanto en Madrid como en Barcelona). Y Luces, en Málaga. Y tantas otras que están haciendo una labor magnífica en todo el país, aunque por motivos obvios no hayamos podido acercarnos a ellas. La sensación que tenemos es buena en general, la verdad.

—Los críticos y periodistas se han hecho buen resorte de vuestro trabajo. ¿Existen, todavía, los críticos que anteponen su rigor a las demandas del mercado?

—Me consta que así es. Cuando un crítico ha hablado de alguno de nuestros libros es porque le ha gustado y le ha apetecido decirlo públicamente. Nuestra capacidad de presión mediática es literalmente nula. No conocemos a ningún periodista, y a los pocos críticos que conocemos ahora los hemos conocido a raíz de la aparición de nuestros libros.
De todas formas, a excepción del mercado de los best-sellers auténticos (ya sabes, los libros que venden cientos de miles de ejemplares allá donde se publiquen), no creo que exista lo que se dice una presión sobre el crítico que sea efectiva o eficaz en el sentido de que afecte a sus ventas. Los tiempos en que se compraban libros a raíz de una buena reseña han pasado. A los lectores nos gusta que se hable de los libros que nos gustan, parece que nos acercamos más a las reseñas para validar nuestra opinión o para buscar esa interpretación que se nos pudiera haber escapado, pero el libro ya lo habremos leído para entonces.

«no creo que exista lo que se dice una presión sobre el crítico que sea efectiva o eficaz en el sentido de que afecte a sus ventas. Los tiempos en que se compraban libros a raíz de una buena reseña han pasado»




Siempre he pensado que, más que los críticos o reseñistas, los verdaderos prescriptores son los libreros. Por activa o por pasiva. Dando preeminencia a unos títulos frente a otros, realzándolos o relegándolos, les dan vida o los condenan. Hace poco estuve en una presentación en Madrid y aproveché para visitar a un librero joven que trabaja en una librería con solera. Me quedé con él casi una hora por el puro placer de verle vender literatura de verdad a casi cada cliente que entraba al establecimiento. Con artistas como él, a la literatura le sobran las reseñas. Y al día siguiente fui a una librería enorme que pertenece a una famosa cadena, y busqué uno de los títulos de mi editorial pero no lo encontré. Le pregunté a una vendedora, quien me lo señaló con el dedo. Había un montón de ejemplares en el sitio más visible aunque, al menos para mí, menos obvio: junto a los títulos de grandes grupos editoriales y los más vendidos. Según me dijo la vendedora, la decisión de colocarlo allí había sido del gerente del establecimiento. “Por estar ahí, las editoriales pagan”, me dijo.

—En cuanto a vuestro público, ¿qué feedback lector os ha llegado?

—No ha habido tiempo para que la respuesta sea valorable. Los tres primeros títulos se han vendido y se están vendiendo muy bien, bastante por encima de lo esperado, y ese es el mejor feedback que podríamos tener. Por otro lado, si tenemos en cuenta que gran parte de nuestros lectores potenciales disponen de poco tiempo para informarse en la red, y que se guían por las selecciones de literatura de sus librerías de cabecera, podría decirse que aún estamos arrancando. Necesitamos que esos lectores sepan de nuestra existencia, y por ello necesitamos que los prescriptores más eficaces, los libreros, confíen en nuestro producto.

—Como lector, antes de convertirte en editor, ¿cómo te formaste, qué referencias te marcaron a la hora de decidir convertirte en editor?

—Supongo que te refieres a cómo he ido forjando un criterio personal. Bueno, mis padres leían. En casa había (hay) muchos libros. Obviamente me refiero a que había mucha literatura: Vargas-Llosa, Borges, Blasco Ibáñez, Cela, James, Dostoievski, había una miscelánea importante y también mucho ensayo histórico, pero muy pocos best-sellers. Los best-sellers comenzamos a comprarlos nosotros, mis hermanos y yo, cuando éramos niños y queríamos leer historias de terror o violentas, género blando y cosas así. Además, enfrente de casa había una biblioteca bastante bien surtida. Ahora la han eliminado y han colocado en su lugar alguna asociación de cante jondo o maniobras folclóricas en la oscuridad, no me he fijado bien. Supongo que, cuando sólo había libros, ya no entraba nadie.
Me recuerdo siempre leyendo por puro placer, y de ir aumentando la seriedad de las lecturas conforme me daba cuenta de que con determinadas cosas ya no experimentaba dicho placer. Leer a Cortázar o a Joyce de muy joven me supuso un gran impacto, por ejemplo. Hoy día eso parece casi imposible porque el déficit de atención de nuestros jóvenes es alarmante. Parecen capaces de estar siempre haciendo lo mismo, si eso que están haciendo no implica soledad “aparente” alguna.
También ha influido en mi formación como lector el haber viajado bastante desde que tenía veintipocos años, principalmente por razones de trabajo. Mark Leyner dijo que siempre que llegaba a una habitación de hotel lo que hacía era comprobar que la tele funcionaba. Creo que yo jamás he encendido la tele cuando he estado solo en un hotel, y han sido unas cuantas miles de noches las que he estado solo en una habitación de hotel, salvo en momentos puntuales, como el 11 de septiembre de 2001 —que me cogió en Alcalá de Henares—, o el 11 de marzo de 2004, que estaba en un pueblo de Cádiz.

«De más de treinta años de lecturas fue surgiendo poco a poco la idea de crear este proyecto, enfocado a un tipo de literatura exigente, que huye de la mediocridad, y la cual sé que tiene un número considerable de adeptos»


—¿Es posible, tal y como está la situación, crear una nueva editorial sostenible a nivel económico? ¿Qué motivos te llevaron a dedicarte a la edición?

—Aún no sé si es posible. Si todo se siguiera desarrollando como hasta ahora, la respuesta es un sí rotundo, porque creo que, además, nuestra visibilidad irá mejorando poco a poco y nos asentaremos. Aún me llegan mails felicitándonos por publicar un libro al mes desde que comenzó el año. Es como si no se hubieran creído las previsiones que en su momento enviamos por correo, que decían que publicaríamos un libro al mes hasta que llegara el verano.
Como he dicho anteriormente, a esta idea llegué porque sabía que fuera de nuestro mercado —me refiero al mercado del idioma español— había muchas obras que merecían estar en él y no marginadas o excluidas por razones muchas veces espurias. Y el punto de arranque fue House of Leaves, de Mark Danielewski. Pregunté a su agente si estaban disponibles los derechos en español y ésta me dijo que sí. Como el coste de producción de la novela es elevado, hablé con los responsables de Alpha Decay y acordamos coeditar el libro para balancear la inversión. El resto es historia o pasará a serlo: simplemente había que plantarse frente a la estantería de casa y decidir qué y cuándo, y nos pusimos en marcha.

—Pese a que Barcelona y Madrid focalizan muchas veces el panorama literario, como en Málaga, ciudad en la que resides, ¿qué otros lugares consideras relevantes dentro de la actividad del mundo literario?

—Valencia, Zaragoza, Bilbao, Palma de Mallorca, Girona. Parece que Sevilla apunta maneras. En la provincia de A Coruña hay grandes escritores. En todos estos lugares puede afirmarse que hay “ambiente”.

—¿Qué piensas de la literatura norteamericana posterior a la generación de los 60? ¿Crees que se ha abusado demasiado del filón de la narrativa posmoderna norteamericana?

—¡Después de los 60 es cuando ha sucedido todo! Por motivos puramente demográficos, en Estados Unidos hay una mayor abundancia de buena literatura que en otros países. Hablamos de un país enorme y bastante poblado. Y un país, además, que hasta no hace mucho ha sabido cómo formar y aprovechar su cantera. Es lógico que, con estos condicionantes, su superioridad numérica en cuanto a obras de calidad sea apabullante. También ganan en lo que se refiere a número de bodrios: los hay a miles.
Como no he vivido en Estados Unidos, no puedo decirte si a un nivel menor se ha abusado o no del posmodernismo —término que, dicho sea de paso, habría que definir y matizar porque, como suele decirse, no es oro todo lo que reluce y, además, hay cosas que brillan y son claramente posmodernas pero no nos damos ni cuenta—. David Foster Wallace definió, en una entrevista con Larry McCaffery, como “maquinistas” a aquellos que copian estilos y modas y se dedican a darle a la manivela para producir lo que vendrían a ser bolitas de metaficción (esto es lo que la mayoría entiende por posmodernismo, esa autoconsciencia narrativa tan implantada y aceptada en la televisión y el cine pero que, según parece, es mayoritariamente denostada cuando se desarrolla en una página, aun cuando se inventara en ella —recordemos a Cervantes, a Sterne— y la televisión y las películas tan sólo la adaptaran o, mejor dicho, adoptaran). Pero creo que no se ha “abusado” para nada del posmodernismo si lo comparamos con el abuso brutal que se ha hecho y se sigue haciendo del modernismo, y del romanticismo, y del naturalismo, y de todos los –ismos anteriores al posmodernismo. Si nos fijamos en el ratio obras “avanzadas” versus obras ancladas en corrientes del pasado —o directamente “viejunas”—, se diría que seguimos anclados en la Edad Media.


—Estáis preparando junto a Alpha Decay una edición espectacular de House of Leaves. ¿En qué consistirá exactamente? Pese al alto coste, ¿consideras que este tipo de obras merecen ser editadas y reivindicadas?

—La novela la ha traducido Javier Calvo, y creo que con esto respondo a, al menos, un cuarto de la pregunta y a bastante más de la mitad del trabajo total. Ahora mismo está en proceso de maquetación con dos diseñadores diferentes, porque obviamente vamos a entregarle al lector en español una copia idéntica al original en inglés en cuanto a su aspecto se refiere.
El coste, como bien dices, es elevado debido a la necesidad de imprimir en cuatricomía, o en colores. Y vamos a intentar que dicho exceso no se repercuta en el precio de venta del libro.
Esta obra, como las demás que hemos publicado y vamos a publicar (en otoño, por ejemplo, además de House of Leaves, publicamos The Public Burning, de Robert Coover, un libro que ocupa el cuarto puesto en la lista de las 100 mejores novelas en lengua inglesa del siglo XX que elaboró Larry McCaffery —como respuesta a la que en 1999 elaboró una filial de Random House—, tras Pálido Fuego, de Nabokov, Ulises, de Joyce, y El arcoíris de gravedad, de Pynchon), no sólo merecen ser editadas en nuestro idioma sino ocupar un puesto de honor en él.

—Hace unos días, Ignacio Echevarría decía en El Cultural: "son la indigencia del debate cultural, su insolvencia, las que explican que cundan el desánimo y el retraimiento". ¿Estás de acuerdo con que hay un estado de indigencia en el debate cultural?

—No creo que, en lo que respecta a la influencia de la cultura en la vida social, España sea muy diferente del resto de países industrializados. Aquí triunfan las mismas tonterías que en Francia, Reino Unido y USA. Eso dice poco de nuestra sociedad, obviamente, pero sin restringir esa mala opinión a una región tan pequeña como lo es España.
Y lo lamentable, en mi opinión, es que el debate cultural, tanto aquí como fuera de aquí, se centre en banalidades tales como “abajo el libro físico, arriba el e-book”, “la saga tal o cual barre en ventas”, “fulano ha rechazado tal honor” o “mengano ha escrito la novela del año que no te puedes perder”. El “debate cultural” trata las incidencias, inclemencias e indecencias del mercado como si éste tuviera un tamaño colosal, como si el número de lectores reales —excluidos los ocasionales— fuera equiparable al de abonados del mercado de telefonía móvil, cuando resulta que tal mercado se reduce a un grupo insignificante en número si se compara con la audiencia de cualquier chorrada con visitas de verdad en Youtube.

«Lo lamentable es que el debate cultural, tanto aquí como fuera de aquí, se centre en banalidades tales como “abajo el libro físico, arriba el e-book”, “la saga tal o cual barre en ventas”, “fulano ha rechazado tal honor” o “mengano ha escrito la novela del año que no te puedes perder”»

Si Echevarría se refiere a las tensiones internas que existen entre los actores, dedicados y amateurs, de ese debate, ya no lo sé. Quizá sea cierto que, de un tiempo a esta parte, “venda” más la grosería y el esperpento que la profesionalidad. Pero eso también sucede más allá de los Pirineos y el Atlántico, y también se trata de una moda que, como todo lo que se nutre del desprecio ajeno, acabará cansando y desapareciendo o transformándose en algo completamente distinto. El tiempo lo dirá.

—¿Qué nos espera de parte de Pálido Fuego este agitado 2013?

—Libros. Para empezar, el próximo lunes 8 de abril publicamos Mi primo, mi gastroenterólogo, de Mark Leyner, un libro que deberíamos haber tenido disponible hace al menos doce años. Después la primera novela de un autor británico desconocido en España, Socrates Adams, aunque al fin y al cabo todo autor extranjero es desconocido cuando arranca en un país ajeno al suyo, y son los libreros y los lectores quienes tienen que opinar sobre él y confiar en él. Y para cerrar el semestre publicamos la nueva novela de Germán Sierra.
En otoño, como he dicho, publicaremos las novelas de Coover y Danielewski, y tenemos dos libros más en cartera —A Naked Singularity, de Sergio de la Pava, y The Rainbow Stories, de William T. Vollmann—, aunque seguramente no terminemos el año con ninguna de ellas sino con otra cuyos derechos estamos negociando ahora mismo, y cuyo título vas a permitirme que no revele, pues tener la boca cerrada en este sector cuando hay que tenerla cerrada ha sido una lección que he aprendido a base de “práctica”.