miércoles, 31 de diciembre de 2014

Nos vemos allá arriba, de Pierre Lemaitre: éxito de crítica, fenómeno de ventas y una novela bélica fuera de lo común. Y otro nominado a los Premios Cálamo 2014

“Soy la encarnación de que la suerte existe. Salgo de la nada y, después de varias décadas enseñando literatura a bibliotecarios, me convertí en escritor a los 50 y ahora me traducen a 30 idiomas”.

Con estas palabras describe el propio Pierre Lemaitre el fenómeno literario que se desató a partir de la publicación de su novela Nos vemos allá arriba (Ediciones Salamandra) y su elección como Premio Goncourt 2013. A ese éxito de crítica se le suma uno de público, cifrado en más de un millón de ejemplares vendidos sólo en Francia. 


Nos vemos allá arriba es uno de nuestros libros favoritos del año –y no somos los únicos: la novela ha figurado en muchas de las listas que sobre estas fechas se publican en distintos medios)– y es, por eso mismo, uno de los 16 nominados a los Premios Cálamo 2014.


¿Quién es Pierre Lamaitre?


Pierre Lamaitre. Fotografía (c) Witi de Tera-Opale

Pierre Lemaitre nació en París en 1951.
Es escritor y guionista, pero no publicó su primera novela hasta tener más de 50 años. Entretanto, sin embargo, su vida siempre estuvo entrelazada con la literatura. ¿Un ejemplo? Creó una empresa de formación para colectivos como el de los bibliotecarios. 
Tras algunas novelas policíacas —con las que ganó premios como el Prix du premier romanen el festival de Cognac y varios premios de los libreros en Francia—, la publicación de Nos vemos allá arriba significó su consagración como un escritor reconocido por la crítica y, al mismo tiempo, un best-seller traducido a decenas de idiomas.


Nos vemos allá arriba: ¿Otra novela de la Gran Guerra?


Es una novela que trata el tema de la Primera Guerra Mundial, sí, pero no es una novela bélica ni histórica. Nos vemos allá arriba presenta al menos dos aspectos novedosos. Por un lado, se presenta con uno de los mejores comienzos de novela del año –en esto han coincidido lectores e innumerables reseñas– donde la vida de dos soldados quedan vinculadas para siempre a partir de una última batalla en el ocaso de la guerra. Además, los juegos experimentales con que aborda el género bélico alejan a la novela del relato histórico. ¿El resultado? Una pieza literaria de primera calidad emparentada, nada más y nada menos, con la picaresca. Así lo ha afirmado el propio autor

«[Nos vemos allá arriba] no es un relato histórico, es una novela de género picaresco. ¿Y qué es la picaresca? Pues El lazarillo de Tormes, que fue mi modelo»

Por otro lado, Nos vemos allá arriba es, sobre todo, una novela sobre las consecuencias de la guerra, sobre los problemas de la integración en la sociedad de los sobrevivientes al conflicto. De esta manera, la novela transcurre en las trincheras pero también forma un mosaico de la posguerra donde se entrecruzan estafadores, aventuras, tramas secundarias con enterramientos prematuros o historias de amor: una novela que atrapa, que entretiene, que se lee vorazmente y que, en definitiva, apasiona.


¿Quieres más? Si aún no la has leído, puedes ver aquí el primer capítulo. ¿Ya la has leído? Puedes votarla en nuestra librería: quedan dos semanas para elegir al ganador del Premio Cálamo 2014.

domingo, 28 de diciembre de 2014

«En cada vida hay tres, cuatro episodios esenciales, determinantes. En esos episodios me gusta bucear.» Entrevista a Vicente Valero, autor de Los extraños y nominado a los Premios Cálamo 2014

Se acercan los premios Cálamo 2014 y seguimos entrevistando a algunos de los 16 nominados.
Hoy es el turno de Vicente Valero. Su debut en la narrativa, Los extraños (Ed. Periférica) fue uno de los grandes libros de la narrativa española del 2014. La vida de cuatro "extraños", cuatro familiares de Vicente de Valero de los que él sabe poco más que el nombre son el punto de partida para un ejercicio literario donde se entretejen las memorias, la investigación periodística, la historia de España y la poesía. 
Con todos ustedes, Vicente Valero:

Vicente Valero
Los extraños es tu debut en la narrativa. ¿Es posible este libro sin toda tu obra anterior y los géneros que aborda? La poesía, la biografía, el ensayo, la literatura de viaje…

Probablemente no hubiera sido posible. Es cierto que en él hay mucho de lo que había venido haciendo. Siempre me ha interesado la vida de los otros como relato, pero lo que me gusta especialmente es contar breves episodios que puedan dar sentido a una vida entera o que consigan marcarla de una manera muy precisa. No me interesan tanto las grandes biografías como las pequeñas y parciales. En cada vida hay tres, cuatro episodios esenciales, determinantes. En esos episodios me gusta bucear.

La investigación de cuatro familiares, cuatro vidas misteriosas y de las huellas de esas vidas en tu propio cuerpo y espíritu: parece una tarea dura y con pocos antecedentes: ¿tuviste que forjar un método de investigación antes de lanzarte a la escritura del libro? ¿Un método de escritura que fusionara la investigación periodística con lo ficcional y lo biográfico?

Mi principal fuente era el recuerdo. Me hubiera gustado escribir solamente desde los recuerdos de la infancia. Es decir: construir las historias a partir de lo que me habían contado o yo había conseguido saber cuando era niño. Dejar que fluyera la voz de aquel niño que hizo muchas preguntas. 

Pero este es sobre todo un libro de olvidos, voluntarios e involuntarios, de los míos propios también. Las cuatro historias nacen del olvido.

Como narrador, lo que intento es completar esos olvidos con muchos datos dispersos que he tenido que ir a buscar, a veces reveladores, pero siempre procurando que no se pierda la atmósfera de extrañeza, la niebla que ha existido entre ellos y yo. En realidad, seguramente sé menos de ellos de lo que hubiera podido saber.

¿Existe alguna búsqueda en la literatura similar a la de Los extraños que tuvieras presente durante la escritura? ¿O algún autor?

Hay grandes escritores de familia y muy distintos, todos me han ayudado de algún modo, desde Bassani a Bernhard, desde Canetti a Michon. La familia es un tema universal y son muchos los puntos de vista. 


Algo en el mecanismo de Los extraños me recordó a La invención de la Soledad, de Paul Auster. Cuando su padre murió, la necesidad  de escribir y evitar que esa vida desaparezca fue para Auster de una importancia capital. ¿Ocurre algo parecido con tu búsqueda de esos extraños? ¿Una necesidad de recuperar del olvido esas vidas que forman parte y han dado forma a la tuya? 

Me interesaba saber también qué era lo que había en mí de ellos, que podía haber heredado de esos extraños sin saberlo. Y qué estaba haciendo yo con esa parte de ellos que había heredado. En cierto modo, este aspecto condicionaba mi búsqueda. Supongo que encontrándolos a ellos y reconstruyendo sus vidas me estaba conociendo un poco más a mí mismo y, sobre todo, estaba conociendo mejor a mi familia.

Los extraños, de Vicente Valero. Ed, Periférica.
Cada relato —quizás el último sobre todo— se relacionan de manera directa con episodios de la historia de España que se entretejen, y se forma una relación curiosa entre lo particular de esas vidas menores y lo más universal y común a todos…

Pertenezco a una generación que ha crecido en libertad y ha hecho más o menos lo que ha querido hacer y ha vivido donde quería vivir. Realmente es un lujo, si uno mira hacia atrás en la vida de los españoles. La vida de mis ‘extraños’ estuvo condicionada completamente por la moral dominante de una sociedad muy cerrada, antes y después de la guerra civil, y por el desastre de la guerra misma… Para alguien de mi generación, estas vidas siempre al borde del fracaso, o abocadas a él, condicionadas hasta tal punto por la realidad histórica, resultan extraordinarias, casi épicas.


Los cuatro "extraños" que forman el libro, ¿fueron desde el comienzo los que tenías en mente? ¿O hubo algunos que quedaron fuera pero fueron posibles candidatos?

Quedó fuera el más extraño de todos, mi abuelo paterno, de quien solamente sé su nombre, su profesión y el año de su muerte (1936). Su mujer, mi abuela, se divorció de él en la época de la República, e impuso un silencio total sobre su figura que por lo visto todavía perdura en mí. La verdad es que no hubiera sabido ni por dónde empezar su relato. Pero recuerdo que mi abuela, cuando yo era niño, algunas veces –más bien cuando estaba enfadada-, me decía que me parecía bastante a él… Nadie se atrevía entonces a preguntar por qué. 


* * *

Puedes votar a tu nominado favorito en Librería Cálamo: ¡busca las urnas y participa!


miércoles, 17 de diciembre de 2014

«El judaísmo sólo me interesa como literatura.» Entrevista a Eduardo Halfón, autor de Monasterio y nominado a los Premios Cálamo 2014.

Cualquier libro de Eduardo Halfon es la puerta de entrada a una obra escrita en una prosa sencilla, por momentos con una cadencia y un ritmo que la acercan a la lírica, una obra compuesta de novelas breves y relatos donde la línea entre la ficción y la realidad –o entre el narrador y el escritor– se vuelve difusa e irrelevante.
Su último libro, Monasterio (Libros del Asteroide), se integra en ese mosaico y se entreteje con imágenes y personajes de otras obras de Halfón, sobre todo con la presencia del abuelo de El boxeador polaco (Pre-Textos). Monasterio es uno de los libros nominados a los Premios Cálamo en su edición 2014, y quisimos aprovechar la ocasión para entrevistar a Eduardo Halfon y conocer un poco más sobre su lugar de escritor y su obra:

Eduardo Halfon. (c) Peter-Andreas Hassiepen


Monasterio se entreteje, a modo de referencias, pequeños guiños y personajes que se repiten, con otras obras anteriores de tu autoría. ¿Hay un plan en tu obra que trascienda a cada novela o colección de cuentos? 

Soy un ingeniero, tanto de formación como de carácter, pero no hay plan alguno cuando escribo. Voy improvisando, dejándome llevar, o más bien dejándome acercar a algo que intuyo pero que no veo claramente, y que quizás es el centro o núcleo de un cuento, de una novela, de todo un proyecto literario. Desde que empecé a escribir, hace ya 12 libros y 12 años, siento que estoy escribiendo un solo libro, pero publicándolo por partes, en proceso, mientras lo escribo. Monasterio, cuyo origen está en El boxeador polaco, es una pieza más de ese proyecto, o un peldaño más en ese andamio, o un planeta más en la constelación que son mis libros. Aunque apenas intuyo esa constelación. Sé que está ahí, borrosa y lejana, develándose poco a poco ante mí, y que toda mi obra gira en torno a algo. Pero no la veo claramente, ni la entiendo del todo. Y está bien que así sea. Floto, a la deriva, en ese espacio narrativo. Quiero escribir mis cuentos con el mismo asombro con que luego un lector los lee.

Algo muy curioso que ocurre durante la lectura de Monasterio es el juego que se hace con las expectativas del lector. Lo que parece una novela sobre una boda y un matrimonio entre judíos ortodoxos se convierte en una serie de retazos de historia, de recuerdos, de otros viajes…

Creo que esa lectura asombrosa —para seguir usando el mismo término—corresponde exactamente al proceso de su escritura. Yo también escribí las primeras páginas con la expectativa de otro libro, uno que conduciría hacia esa boda ortodoxa, hacia una relación entre hermanos. Pero al escribir, no soy yo quién decide, ni hay una ruta o una fórmula a seguir, ni es esto una ciencia. La historia que quería o necesitaba ser contada poco o nada tenía que ver con la boda de una hermana, sino con algo mucho más íntimo, lo cual, visto a través de la lupa de la ficción, es a la vez universal.

"Una jaula salió en busca de un pájaro". Este aforismo kafkiano precede a la novela: ¿cuál es la jaula, la cárcel, en la vida del narrador, de su hermana que se casa?

Para mí el mejor epígrafe es aquel que creemos entender, pero que si intentamos poner en palabras, de inmediato se nos escapa. No es éste una explicación del libro. Sino una puerta de entrada. Un tono musical. No sé entonces cuál es la jaula (o acaso las jaulas), ni si ésta nos persigue a nosotros o somos nosotros quienes la perseguimos a ella. Hay algo hermoso y terrible en las palabras de Kakfa. Hacen éstas un eco, quizás, con la historia que he escrito. O al menos eso me gustaría pensar.

En muchos puntos de la obra asoma la idea de "ser" judío como algo más allá de profesar la religión, del "judaísmo no como religión sino como genética",  como un tema de peso en Monasterio. ¿Hay una búsqueda de la identidad como alguien de ascendencia judía pero que no practica la religión?

El judaísmo sólo me interesa como literatura. Es decir, el judaísmo como historias. Hay en mi obra un constante acercamiento a lo que significa ser un judío, pero visto siempre hacia atrás, hacia las historias de mis abuelos. O sea, no el judaísmo como religión, sino como identidad, como orígenes, como historias de desembarcos y éxodos y diáspora y sobrevivencia.



La novela, a través del abuelo del narrador, que fue un prisionero en Auschwitz, visita el tema del Holocausto. Y toca temas que pertenecen a la literatura del Holocausto: memoria, testimonio e identidad. ¿Cómo es para un escritor de una generación que no es superviviente ni testigo directo de esos hechos visitar esos temas desde la ficción?

Creo que son temas que únicamente pueden visitarse desde una generación apartada, no afectada directamente. Mi abuelo no habló de su experiencia en Auschwitz durante sesenta años. Nos decía, medio en broma, que el número tatuado en su antebrazo era su número de teléfono. Él jamás volvió a pronunciar una sola palabra en polaco, su lengua materna. Jamás regresó a Polonia, y a los demás nos prohibía ir. Así educó a sus hijos—a mi madre y mis tíos—, para quienes esos temas también eran lejanos e intocables. Creo que somos los nietos, entonces, tanto de sobrevivientes como de verdugos, quienes podemos empezar a acercarnos a las heridas del pasado, a visitar esos temas desde la distancia que les otorga el tiempo. Y en mi caso, claro, lo hago desde la ficción, donde el interés es más emotivo que real, más sensorial que fáctico. Mi próximo libro, cuyos orígenes están en Monasterio, es sobre ese viaje prohibido a Polonia.

Muchas veces has dicho que tus narradores son más valientes que tú en las posturas sobre los temas que tratas a lo largo de tu obra. ¿Es la literatura una forma de tomar una postura frente a esa identidad que a veces nos imponen las herencias de la tradición, la religión, la historia?

Es que en el fondo no sé qué es la literatura. Pero me gustaría pensar que no es tomar postura. Que la literatura está más allá de cualquier postura, las cuales tienen más que ver con ideologías y políticas. Las posturas las tomamos los seres humanos, no los escritores de ficción. En la literatura de un escritor, cualquier postura peligra en convertirse más bien en una pose, y el escritor entonces en un predicador. Pero sí, mi narrador, que se llama igual que yo, se suele imponer ante esas injusticias y herencias que a mí me acobardan. Dios lo ampare.


*  *  *

Monasterio es una de las 16 obras nominadas a los Premios Cálamo 2014. Puedes visitarnos en Cálamo y dejar tu voto en las urnas. ¡A leer!


martes, 9 de diciembre de 2014

XIV Premios Cálamo, edición 2014. ¿Cuáles son los nominados?

Otro año lleno de libros para premiar, ¡y ya van catorce! 
Como siempre ocurre por estas fechas, nada nos produce más alegría que celebrar el trabajo de los escritores, editores, lectores y libreros con una nueva edición de los Premios Cálamo.


¿Cómo funciona?

Los premios son anuales, y la dinámica es muy sencilla. 
El XIV Premio Cálamo al libro del año es elegido por los lectores. El equipo de Cálamo propone 16 títulos nominados -todos durante finales de 2013 y 2014- y los lectores elegirán su ganador. Puedes venir a conocer los libros nominados, hojearlos y votar a tu favorito en nuestra librería. ¡Busca las urnas!

¿Quiénes son los nominados?

Novelas, ensayos, antologías: hay de todo y para todos entre los nominados a los Premios Cálamo 2014:

14. Jean Echenoz. Editorial Anagrama

Autopsia. Miguel Serrano Larraz. Editorial Candaya

El balcón en invierno. Luis Landero. Tusquets Editores

El comité de la noche. Belén Gopegui. Literatura Random House

Horror vacui. Paula Lapido. Editorial Salto de Página

La buena reputación. Ignacio Martínez de Pisón. Editorial Seix Barral

La niña gorda. Mercedes Abad. Editorial Páginas de Espuma

La trabajadora. Elvira Navarro.  Literatura Random House

Lo que a nadie le importa. Sergio del Molino.  Literatura Random House

Los extraños. Vicente Valero. Editorial Periférica

Mansa chatarra. Francisco Ferrer Lerín.  Jekyll & Jill Editores

Monasterio. Eduardo Halfon. Libros del Asteroide

Nos vemos allá arriba. Pierre Lemaitre. Publicaciones y Ediciones Salamandra

Sez Ner. Detrás de la estación. Última ronda . Arno Camenish. Xordica Editorial

Pietra viva. Leonor de Recondo. Editorial Minúscula

Tela de sevoya. Myriam Moscona.  Acantilado


¿Cuándo conoceremos el ganador?

Tienes hasta la segunda semana de enero para votar. El 19 de ese mismo mes se hará público el resultado con los ganadores en las tres categorías: Libro del Año, Otra Mirada y Cálamo Extraordinario
La celebración y la entrega tendrá lugar el día 27 de febrero de 2015 durante una cena para la que ya puedes reservar plaza. ¿Cómo? Escríbenos a calamo@calamo.com.