miércoles, 8 de mayo de 2013

Manuel Vilas: «Yo inventé una Zaragoza que no se había visto jamás»

Dónde empieza el personaje de Manuel Vilas y dónde acaba la persona de Manuel Vilas —o al revés— es un interrogante que a veces puede asaltar a quien ha tenido cerca al inconfudible escritor. Pero Vilas no hay uno solo. 
O sí. 
Vilas es uno y muchos. Él es, por encima de todo, una actitud. El arquitecto literario de la Zaragoza actual. Y un ensayista camuflado de contador de historias. Y un inventor polifacético, como así ha revelado con su última novela, El luminoso regalo, en la que ha pegado un giro radical en relación a sus títulos anteriores. Manuel Vilas es también uno de los autores favoritos de Cálamo, y próximo invitado de honor en la librería. Anticipando un merecidísimo homenaje aprovechamos para conversar con él. 



Durante algún tiempo, uno de los detalles de tu literatura más sonados fue el descubrimiento que hiciste de Zaragoza al resto de lectores españoles, acostumbrados a una literatura que parecía pivotar solo entre Madrid y Barcelona. ¿Tendremos más Zaragoza en los próximos títulos de Vilas? ¿Cuál es actualmente tu relación con la ciudad? 

MV: Yo inventé una Zaragoza que no se había visto jamás. La Zaragoza que salía en la literatura anterior o simultánea a la mía era tradicional, histórica, costumbrista y realista, cosa que está muy bien y que aplaudo. Tiene que haber de todo. Pero a mí me apetecía otra cosa y entonces me inventé una posmoderna, fantasiosa, batmaniana, kafkiana, inesperada. Mi relación con la ciudad es excelente. Yo amo Zaragoza, pero me gusta pensar que Zaragoza puede expandirse por terrenos literarios que vayan más allá del realismo y del costumbrismo. Repito: tiene que haber de todo, y Zaragoza da para un imaginario literario inacabable. Se puede seguir haciendo realismo, pero también posmodernidad. Eso es lo bueno: la pluralidad de visiones, eso nos enriquece a todos, y de eso Zaragoza sale cultural y literariamente beneficiada. Cabe todo.
«En tiempos duros los lectores necesitan la verdad; la verdad que muchas veces es contundente, sucia, extraña y difícil de asumir.» 
En el arco que va de España a Los Inmortales, Manuel Vilas parece un narrador con unos rasgos muy reconocibles a sus lectores: escribe contra las formas convencionales, se despliega como un talentoso humorista y a nadie se le escapa su simbología. Luego ya no. Luego llega El luminoso regalo y Vilas —me refiero a ese narrador reconocible— decide cargarse todo eso para empezar otra cosa con unos cimientos  que en cierta forma van contra lo que ya habías construido. ¿Cómo estás llevando ese proceso con tus lectores más fieles?, ¿cómo ves que la gente este llevando el cambio del luminoso Vilas a un Vilas más sombrío?

MV: Yo creo que efectivamente he cambiado, pero hay un sustrato que permanece inalterable, al que podríamos llamar la marca Vilas, que no es otra cosa que escribir bajo unos parámetros morales y literarios diferentes. Ni mejores ni peores, simplemente diferentes. He querido reinventarme como escritor. Me apetecía buscar otros mundos y otras formas. En cuanto a mis lectores, tengo de todo. Unos son fans de 'España', otros de 'Aire Nuestro', y otros de 'El luminoso regalo. No se ponen de acuerdo. Me volvería loco si les hiciese caso. La obligación de un escritor es escribir. Lo demás no es de su competencia.

El luminoso regalo es la última novela de Manuel Vilas y está publicada en Alfaguara (2013)
Hablemos de política. Uno de tus poemas más sonados es aquél de McDonald’s que se contempla en Resurrección, donde podría entenderse que se trata de un encomio al capitalismo (aunque una de las mejores cosas que tienen tus textos es su ambigüedad ideológica). Años después, al menos por lo que de ti sabemos en las redes, parece que te has vuelto bastante más escéptico que entonces. ¿Cómo crees que debemos leer políticamente tus textos? ¿Y qué me dices del propio Manuel Vilas, cuál es su ideario? 

MV: Hace unos días, en una charla en Casablanca, Marruecos, un alumno de instituto me amonestó por insultar a los McDonald´s. Ese alumno había leído mi poema McDonald´s y creía firmemente que ese poema insultaba a la cadena de restaurantes McDonald´s. Se sintió ofendido. Vivimos en tiempos muy raros, y la ambigüedad es una marca de la casa Vilas, porque simplemente la vida, como ya sugirió Cervantes, es ambigua. Nadie sabe qué está pasando. Ese es el tema de mi poema McDonald´s: el misterio de la vida. Mi ideario, como ciudadano y escritor, es bien claro: soy marxista y me gusta especialmente el psicoanálisis de inspiración marxista. El marxismo y el psicoanálisis son los cimientos de cualquier especulación seria sobre la realidad.
«España sigue siendo un país muy pacato a la hora de hablar de sexo y erotismo.»
En tiempos duros y convulsos como los nuestros, ¿qué crees tú que necesitan los lectores, historias trágicas o cómicas?

MV: Necesitan la verdad; el objetivo final de un escritor es escribir la verdad; la verdad que muchas veces es contundente, sucia, extraña y difícil de asumir. Eso pasa en “El luminoso regalo”, novela que me ha permitido comprobar que España sigue siendo un país muy pacato a la hora de hablar de sexo y erotismo.



2 comentarios :

  1. El psicoanálisis está superado y desfasado en su mayoría.
    Que usted sea marxista habría que verlo y comprobarlo porque la mayoría de"marxistas" en España son lo que Lenin llamó izquierdistas o socialfascistas.

    Sexo y marxismo tienen bastante poco que ver, y más desde los puntos de vista izquierdistas(según Lenin)ya que sus planteamientos son contrarios a los pensamientos de Marx o Engels al respecto.


    40 años de comedura de tarro izquierdista ya son suficientes y casposos.Nada tienen ya que aportar y si mucho que reparar.

    Es mi opinión.


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