miércoles, 1 de enero de 2014

«El principal efecto de mi novela – y el más deseable – es el de concienciar a las nuevas generaciones para que el horror no se repita.» Entrevista a Bernardo Kucinski, autor de 'Las tres muertes de K.'

Bernardo Kucinski.

Uno de los efectos más nobles de la literatura es el fortalecimiento de la memoria necesaria para recordar, reparar y evitar los grandes horrores que la propia humanidad genera. Las tres muertes de K. (Rayo Verde), de Bernardo Kucinski, narra de manera certera, sin florituras innecesarias y con proporciones justas de realidad y ficción, la experiencia de los desaparecidos de la dictadura brasileña iniciada en la década de los sesenta.
Kucinski nació en San Pablo en 1937. Durante la dictadura tuvo que exiliarse por su actividad política y periodística y no regresó a Brasil hasta el año 1974. Fundó los periódicos Movimento y Em Tempo. Ha sido colaborador y corresponsal en publicaciones como The Guardian, Euromoney o Lagniappe Letter. En 1997 se hizo con el premio Jabuti por su libro Jornalismo econômico. 
Conversamos con Kucinski, otro nominado a los XIII Premios Cálamo.



Antecede a la novela Las tres muertes de K. una frase que reza «Todo en este libro es inventado, pero casi todo  ha sucedido.» La frase parece indicar su inicio como escritor literario, complemento de su larguísima carrera periodística ¿Qué ventajas y peligros encuentra en abordar temas tan delicados como la dictadura militar y los desaparecidos por la represión desde una actividad artística y estética como la literatura?

El principal peligro es que el lector no consiga distinguir lo que es imaginado de lo que es factual. No es que eso sea importante, al contrario, es deliberado, es lo que da al relato su dimensión literaria, pero eso puede angustiar al lector innecesariamente. Y hay peligro  de suscitar reacciones emocionales muy fuertes en personas que sufrieron en las cárceles de la represión. En familiares de desaparecidos y amigos de las personas citadas o no citadas, personas identificables o que el lector piensa haber identificado a través de la narrativa. Ambas situaciones ocurrieron con las ediciones en Brasil.
La principal ventaja es poder abordar un tema sensible y humano sin las limitaciones impuestas por el relato que se propone factual. Otra ventaja es  trabajar un tema aun poco explorado en Brasil en el plano literario. Hay muchos testimonios y autobiografías y alguna producción académica, pero casi nada de carácter literario. Resalto, no obstante, que no creo que un escritor busque ventajas o se preocupe con peligros. Todo eso viene después. Un escritor escribe porque necesita escribir. 

Como testigo y familiar de una víctima de la dictadura –me refiero a la desaparición de su hermana Ana Rosa Kucinski en 1974–, ¿ha sido una necesidad para usted escribir la obra? ¿Ha sido necesaria la distancia temporal de casi 40 años entre la desaparición de su hermana y la publicación de Las tres muertes de K.?

Sí, creo que ambas premisas son verdaderas. Ha sido necesaria una gran distancia temporal  y escribirlo ha sido una necesidad, una verdadera catarsis.  Es notable la facilidad con que lo he escrito, en pocas semanas, como si de repente estuviera embarazado del relato, esperando darlo a luz.

En la misma línea de la pregunta anterior: ¿cree que es posible, o incluso válido, escribir obras literarias que aborden temas como el exilio forzado, la dictadura o las desapariciones si no hay una experiencia real del autor que lo convierta en testigo directo de esos hechos?

Sí, todo es posible en literatura, y por eso la literatura tiene alcances más amplios  que el relato factual necesariamente limitado por la veracidad y exactitud de los hechos. Muchos  lo hicieron, por ejemplo, Kafka, que transporta a un plano universal sentimientos probablemente suscitados en la esfera familiar. Por otra parte,  relatos estrictamente factuales como los de Primo Levy o Aharon Appelfeld, tienen estatura literaria indiscutible.

Además de una posible catarsis en el acto de escritura, ¿qué otro efecto, qué otra función tiene o puede tener esta novela y cualquier obra literaria que registre momentos históricos tan oscuros como lo fueron las dictaduras militares latinoamericanas?

El principal efecto – y el más deseable – es el de concienciar a las nuevas generaciones para que el horror no se repita. En este sentido libros como “Las tres muertes de K” van contra la corriente y contra la hegemonía histórica de las élites brasileñas, las mismas que apoyaron la dictadura y que aun dominan la gran prensa en las estructuras de producción. 

«En Brasil, la historia que se enseña en las escuelas y se cultiva en la cultura convencional es la determinada por los vencedores, o sea, los represores mismos. El día en que “Las tres muertes de K”, sea incluido en las lecturas recomendadas por el Ministerio de Educación,  sentiré que he conseguido algo.»

El primer capítulo de la novela y el post Scríptum que la cierra sugieren de manera clara la existencia latente del sistema represivo. ¿Cómo cree que es ese funcionamiento actual en Brasil, y en el mundo?

En Brasil, específicamente en relación a la dictadura militar  y los que contra ella lucharan creo que opera solamente un sistema informal que se constituye de antiguos agentes de la represión y ex comandantes, que se comunican a nivel interpersonal, quizá con una u otra reunión de pequeños grupos. Sé que mantienen un boletín y es notorio que intervienen en internet y hacen intenso lobby junto a los actuales comandantes militares para que sea mantenida la impunidad de los crímenes de la dictadura.
A nivel mundial estoy convencido de que en alguna parte del mundo, probablemente en Estados Unidos, son preservados y actualizados permanentemente los datos sobre activistas e insurgentes acumulados durante la guerra fría. Creo, además, que debe haber un intenso trabajo de cruce de datos como parte del combate a Al Qaeda y otras organizaciones de su género... Todo eso extremamente facilitado por las nuevas tecnologías de computación. Creo también que ese sistema tiene ramificaciones en otros países de pasado colonial o en que hay  terrorismo.  

Y para acabar, ¿alguna recomendación literaria de escritores brasileños que puedan interesarnos?

Recomiendo “O filho eterno” de Cristovão Tezza.



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