viernes, 22 de marzo de 2013

Iria Rebolo: «Siberia se quiere desmarcar de los límites, salir de su propio continente, del aislamiento y del frío» Nuevos tiempos, nuevas editoriales (I)

Si hay un nombre que nos remita a un lugar gélido, alejado, remoto y algo deprimente, este lugar es Siberia. ¿Seguro? No está tan claro. Siberia nos transporta a lo recóndito, fresco, a lo salvaje y oculto, y despierta una curiosidad irresistible. Si llevamos Siberia a otro lugar más literario, desde hace apenas unas semanas ha adquirido otro significado en el sector editorial hispanoamericano. Y su nuevo lugar ya no se encuentra tan lejos, sino en las mejores librerías. Porque Siberia es la nueva editorial fundada por Iria Rebolo, que llega con un estilo muy definido, una edición trabajada con mimo y muchas ganas de encontrar lectores apasionados dispuestos a seguir dejándose sorprender por la literatura en su máxima expresión. ¿2013? ¿Crisis? Qué mejor expresión para rebatir este pesimismo: al mal tiempo buena cara, a las bajas temperaturas anímicas, puro fuego literario.

Iria Rebolo, fundadora de la editorial Siberia.
—Malas noticias por todas partes...El clima que nos lanzan los medios y la realidad económica parece realmente siberiano. Sin embargo, paradójicamente, llega la editorial Siberia para sacarnos de este helado panorama. ¿Qué viene a traernos vuestro proyecto editorial?

—Pues, para seguir en la paradoja, algo por otra parte muy actual, espero que traiga un soplo de aire cálido. Es una idea bonita que, tras dos años de trabajo, Siberia por fin se descongele con el comienzo de la primavera (no quería resultar cursi pero ha sido inevitable).
La idea que proponemos es sencilla: hacer buenos libros para gente a la que le gusta leer, para los que aún creen que la literatura puede cambiar las cosas, para aquellos lectores que aún quedan y que huelen los libros y aprecian una edición bien hecha, una buena traducción...

—Habéis comenzado con dos títulos de dos autores lejanos entre sí, Dylan Thomas (Gales) y Jean-Philippe Toussaint (Bélgica). ¿Qué los ha unido en vuestro nuevo sello? ¿Pensáis seguir trabajando más allá de la omnipresente narrativa norteamericana?

Los dos primeros títulos de un sello editorial son tu carta de presentación, una declaración de intenciones, y tanto Hacer el amor de Jean-Philippe Toussaint como Cartas de amor de Thomas cumplían a la perfección con esa labor. 

Son dos ejemplos de cómo serán tanto la narrativa como la no ficción siberiana y además comparten el tema del amor que estará presente en la editorial en muchos de sus títulos. 

—En vinculación con la cuestión anterior, ¿qué literatura os interesa a nivel temático? ¿Tendréis límites geográficos en este sentido o alguna literatura en la que queráis especializaros?

Esta nueva Siberia imaginaria se quiere desmarcar de los límites geográficos, salir de su propio continente, del aislamiento y del frío. 
Creo que ya hay muy buenas editoriales especializadas a las que los lectores que buscan algo en concreto acuden porque son una garantía. La única especialización a la que aspiro como editora es la de hacer mi trabajo lo mejor que pueda para que los lectores lleguen a confiar en Siberia. No me gusta la idea de los límites, procuro no tenerlos como lectora (excepto para aquellos géneros o autores que ya sé que no me gustan) y creo que tanto la lectura, como el oficio de editar, tienen que ser un aprendizaje constante.
Por mis trabajos anteriores (en una agencia literaria y como editora para otros sellos) durante muchos años he leído más libros en lenguas extranjeras que narrativa hispanoamericana, incluso puedo confesar una cierta tendencia francófila, pero mi intención es dejar que la editorial se vaya definiendo a medida que crezca. Hay hilos invisibles y grietas comunes en los libros programados para este año esperando que la gente los descubra. 

Cartas de amor, de Dylan Thomas. y Hacer el amor, de Jean-Philippe Toussaint, las dos primeras obras de la editorial.

—En esta línea, parece que los dos títulos tienen una intensa vinculación con el tema amoroso, ¿buscaréis más sinergías en próximos lanzamientos?

—Es algo inevitable, lo más evidente es el caso del amor como tema recurrente en Siberia y presente en libros como el de Andrés Barba, Lista de desaparecidos (ilustrado por Pablo Angulo) y con epílogo de Vila-Matas, el de Pierre Bourgeade, Elogio del fetichismo, o el de Sophie Calle que también publicaremos a finales de año. Pero no será el único. Siberia conlleva muchas referencias literarias, históricas y estéticas que se reflejarán en otros títulos. Dos de ellos, por ejemplo son unos retratos únicos de la sociedad en dos momentos distantes temporalmente pero análogos. Me refiero a Mumbo Jumbo de Ishmael Reed  y Le ParK de Bruce Bégout.

—Vuestra presencia en las redes sociales es muy activa. Pese a ser un proyecto tan joven, habéis comenzado muy fuertes, ¿es para vosotros un medio fundamental para difundir vuestro trabajo?

—Es imprescindible, muchos vivimos gran parte del día a través de la pantalla de un ordenador, la inmediatez que nos ofrecen es de gran ayuda para nuestro trabajo, un escaparate y sobre todo una forma de saber cómo se percibe ese trabajo desde fuera. 
La verdad es que de momento sólo estoy teniendo alegrías, 

recibo más felicitaciones que pésames por haber montado una empresa en plena crisis y eso da mucho ánimo para seguir adelante con fuerza

—Los títulos de Siberia cuentan con un diseño muy particular, cuidado, quizás con un toque pop en sus colores y una estética plenamente actual y renovada respecto a otros sellos más conservadores. ¿Ha sido y será importante cuidar la imagen de la editorial? ¿Consideráis que es una prioridad hoy en día?

—Sin duda. Lo tenía claro desde el principio y la suerte ha sido poder contar con el trabajo de un artista para ello: Alfonso Rodríguez Barrera. Empezó desarrollando el logo de la editorial y todo fue evolucionando hasta que un día me presentó un diseño que actuó como una especie de flechazo: ver algo por primera vez y reconocerlo como tuyo
Para mí era importante ofrecerle algo más a los lectores, especialmente ahora que todos tenemos que pensarnos muy bien cómo y en qué nos gastamos el dinero; esto pasa sobre todo con productos culturales que ahora ya se han convertido casi en un lujo. 

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