miércoles, 9 de enero de 2013

Joaquín Berges: «Me es imposible escribir sin humor»


Joaquín Berges sacudió hace apenas tres meses nuestro sentido del humor literario y el paladar librero para ponerlo en el mejor de los lugares: aquel en el que no puedes parar de reír, ni de leer. 'Un estado del malestar', editado en Tusquets, sacudió nuestros libros de cabecera para hacerse un hueco privilegiado. Firme candidato a los XII Premios Cálamo, hemos hablado con Joaquín Berges acerca de su última novela:

-En ‘Un estado del malestar’ nos encontramos con un protagonista, Ricardo Marco, que lleva la vida de un acomodado  empresario al que todo le va bien... con la excepción de que ha sacrificado su vida por entregarse al bienestar material y a los caprichos consumistas de la familia. Sin embargo, in extremis, algo le lleva a tirarlo todo por la borda y lanzarse a la aventura. ¿Cómo planteaste este personaje? ¿En qué te basaste para retratar una clase social alta incapaz de alcanzar la ‘felicidad’ cuando en realidad lo ‘tiene todo’?


-El planteamiento del personaje principal y de la novela entera fue el contraste que hay entre vender ropa femenina con la ayuda del marketing, como hace Ricardo, o en el mercadillo, como hace Estrella. Y es un verdadero contraste, porque el mercadillo es una forma de venta muy antigua, que ya existía en las primeras civilizaciones, mientras que el marketing es un invento del siglo XX, o quizá de finales del XIX.

El cerebro humano no nació en el siglo XX y mucho menos a finales del XIX. Tiene muchos años de existencia y no necesita del marketing para ser feliz. No necesita nada material. Lo que necesita es relacionarse con otros cerebros humanos, sentirse en paz consigo mismo y mantener un alto grado de conexión con la naturaleza. Ricardo irá descubriendo todas estas cosas a lo largo de la novela, mientras se aleja de su mundo y se acerca al del mercadillo.


-¿Son las nuevas ‘aventuras’, ya sea un amor o dar la vuelta al mundo, un escape demasiado habitual en nuestra sociedad para huir de la propia mediocridad?


Hay como mínimo dos formas de huír de la realidad: una es a través del tiempo y otra a través del espacio. Quien huye a través del tiempo suele deprimirse y cae en una regresión temporal que le hace añorar sus años jóvenes. Quien huye a través del espacio tiene la opción de dar la vuelta al mundo o de descubrir que “hay otros mundos pero están en éste”, como escribió el poeta Paul Eluard. Ricardo elige esta opción y descubre que muy cerca de su trabajo, a la vuelta de la esquina, hay un mercadillo lleno de color, de vida y de posibilidades que le harán vivir una divertidísima segunda juventud junto a Fidelio y Juanmi.


-El sentido del humor es uno de los puntos determinantes en este retrato social, y además es un elemento que está muy presente en toda tu obra. ¿En qué grado es para ti el humor importante? ¿Te planteas firmemente que el lector pueda reirse a carcajada limpia con tus diálogos y las situaciones rocambolescas que ofreces? Y yendo más allá, ¿estimas necesario el humor en los tiempos que vivimos? ¿Crees necesario el humor en los tiempos que vivimos?


-El humor es, entre otras cosas, una terapia, una forma de vida, una patria, un estado de salud, un refugio, un modo de comunicación y uno de los recursos que caracteriza e individualiza al homo sapiens sapiens. Para mí es imposible escribir sin humor. “El Club de los Estrellados”, mi primera novela, era un drama que de pronto se fue desplazando hacia la comedia sin poder evitarlo. “Vive como puedas” es una sitcom llena de situaciones cómicas y diálogos chistosos y “Un estado del malestar” es igualmente una comedia, aunque quizá más satírica, pero con personajes muy divertidos que protagonizan escenas rocambolescas, a veces delirantes.

El humor es importante siempre, no sólo en estos tiempos oscuros que vivimos. Y si el humor da lugar a la risa pues mucho mejor, pero no es imprescindible. Se puede hacer humor sin provocar la risa. Lo que ya no es tan conveniente es provocar la risa sin hacer humor.


-Y en medio de las constantes frustraciones de Ricardo Marco, surge una historia de amor con una joven humilde, Estrella, que le traerá de cabeza. El amor no conoce fronteras, ni clases sociales...¿Qué juego te planteaste entre Ricardo y Estrella en ‘Un estado del malestar’?


-El deseo es el motor de todas las aventuras, de todas las vivencias. Y el amor es el mayor deseo que puede experimentarse, de manera que el amor que siente Ricardo por Estrella es el motor que conduce la novela desde el principio hasta el final. Como dice el propio Ricardo: “Supongo que todas las revoluciones, las guerras y conquistas de la humanidad se han basado en los sentimientos y/o las necesidades. No en las ideas. Yo me he rebelado contra el estado del bienestar, pero estoy en esta plaza porque me he enamorado de Estrella. De lo contrario habría optado por el cinismo y la ironía, la frustración y el desprecio.”

El amor y el humor combinan perfectamente si se saben dosificar adecuadamente. Y conste que, en este momento, no estoy hablando de literatura.

Un Estado del malestar en Librería Cálamo

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